La situación sanitaria en Tenerife empeora día tras día y, por ello, tras un año de pandemia, los profesionales sanitarios están exhaustos. Una de las personas anónimas que ha sido esencial durante la crisis de la COVID-19 en Canarias se llama Alejandro Cano, un joven tinerfeño de 24 años auxiliar de quirófano y técnico de ambulancias que tiene una contundente carta dirigida a todas aquellas personas “que pasan de todo”.
Con el fin de saber cuál es la situación actual de los quirófanos y las ambulancias tinerfeñas en este momento, DIARIO DE AVISOS se ha puesto en contacto con el joven, quien ha contado que “la saturación hace que cuando llegas con la ambulancia al hospital tienes que esperar tres horas con el EPI puesto hasta que haya alguna cama libre”. Así, relata que delante de su ambulancia pueden haber otras diez ambulancias más en espera, todas ellas con el personal ataviado con sus EPI.
Alejandro ha sido testigo de cómo la situación en los hospitales tinerfeños ha ido empeorando en los últimos meses, hasta tal punto que llega a trabajar hasta 14 horas al día y a realizar horas extra durante los fines de semana.
“Trabajo en dos hospitales e incluso me están llamando para otros trabajos pero he dicho que no puedo porque no doy a basto”, explica exhausto este profesional, que lleva un año trabajando en la primera línea de lucha contra el coronavirus.
Por todos estos motivos, el joven pide “a esa persona que pasa de todo” en una carta que reflexione sobre todas las consecuencias que tienen sus actos, tanto por lo que supone enfermar de la COVID-19 y las secuelas que deja el virus, como contagiar a un familiar o hacer que la economía de Tenerife empeore.
“Piensa, hazle pensar, comparte”, escribe Alejandro, quien quiere que su mensaje llegue lo más lejos posible para así tratar de concienciar a la población que se va de botellones, no usa mascarillas, no guarda las distancias y, en definitiva, pasa de todo. Puede leer la carta íntegra de Alejandro Cano a continuación:
A esa persona que pasa de todo
Tú sigue de fiesta en fiesta, de botellón en botellón sin usar mascarilla, sin distancia, pasando de todo y en todos los ámbitos de tu vida.
Aquí te esperamos, o lo que es peor y más probable, aquí esperaremos a tus propios hijos, a tu padre, tu madre, tus abuelos; tus seres queridos pagarán tu inconciencia.
Piensa por favor, hay que vivir, hay que disfrutar sí, ¿pero no será mejor hacerlo con precaución hoy para poder hacerlo como siempre cuando esto pase?, ¡que pasará!
No imaginas lo duro que es ahogarse, que abras la boca y no te entre el aire, que la fatiga te impida hasta levantarte para ir al baño y te lo tengas que hacer encima si no tienes quien te cuide, que la fiebre te coma el alma las 24 horas del día y día tras día, que tu corazón joven falle, que te de un ictus o un tromboembolismo pulmonar y sientas que te mueres en un minuto…
No imaginas las secuelas; que se te duerman las manos, que se te olviden las cosas como si tuvieras un cerebro machacado por los años, que de repente te duela la cabeza cada día de tu vida, que se te cae el pelo, que te quedaste con una capacidad pulmonar reducida que te limita y te impide volver a ir de fiesta…
Y no es solo responsabilidad de la juventud, todos debemos extremar medidas y hacerlo en todas las circunstancias donde haya interacciones personales.
Tampoco la hostelería, ni el transporte público… ni el ciudadano es únicamente el responsable, de hecho no se trata de buscar responsables y sí de poner el foco en comportamientos responsables. Aunque tengo bien claro que la responsabilidad primaria de una buena gestión es del político, del gestor de turno, y a partir de ahí recae en todos y cada uno de nosotros.
Quizá sea duro relatar las consecuencias, pero más duro es vivirlas o que alguien las tenga que vivir por tú, por mi falta de sentido común, falta de sensibilidad para con las personas más vulnerables.
Piensa, hazle pensar, comparte.Alejandro Cano, sanitario tinerfeño de 24 años