Fue a primera hora de la mañana de ayer cuando llegó el aviso a las autoridades sobre el hallazgo de un cadáver junto a un centro comercial ubicado en Costa del Silencio, dentro del término municipal de Arona, pero todo apunta a que la muerte se produjo, cuanto menos, dos días antes.
La escena que tuvieron que presenciar los especialistas de la Guardia Civil desplazados a las inmediaciones de dicho centro comercial, de nombre El Chaparral, no tuvo que ser grata para nadie.
En el suelo estaba el cuerpo sin vida de una mujer transexual sobre cuya identidad solo ha trascendido dicho dato, pero nada acerca de su filiación o procedencia.
No solo habían pasado al menos 48 horas desde que se había producido el fallecimiento, sino que la causa de la muerte era evidente, por mucho que la última palabra a este respecto siempre depende de los resultados finales de las pruebas que conforman una autopsia.
Y es que el cadáver presentaba heridas en la zona del abdomen compatibles con una agresión llevada a cabo con un arma blanca. El número de posibles cuchilladas será una de las incógnitas que desvelen los especialistas forenses del Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife.
Pero volvamos a la mañana de ayer, que era también el tiempo de otros expertos, como son los miembros de la Policía Judicial de la Guardia Civil en la Isla.
Además de asegurar la zona y evitar que se contaminase el lugar donde apareció el cadáver, lo cierto es que las pesquisas llevadas a cabo dieron pronto su resultado.
Aunque no está confirmado, todo apunta a que fueron unas cámaras de seguridad situadas oportunamente cerca del lugar de tan macabro hallazgo las que ofrecieron a los investigadores de la Benemérita unas imágenes reveladoras sobre lo que pudo haber sucedido, o cuanto menos llevaron a los guardias civiles a realizar una detención relacionada con el crimen que nos ocupa.
El arresto se produjo no muy lejos de allí, concretamente en una vivienda situada en una urbanización cercana, también en Costa del Silencio, de donde testigos de estos hechos vieron salir al sospechoso, al que fueron a buscar una decena de guardias civiles, algunos de ellos de uniforme y otros de paisano.
Con la misma discreción con la que accedieron a dicha vivienda salieron de la misma en compañía de un varón descrito como de cuarenta y pocos años, de pelo moreno y vestido con una camisa de rayas verticales.
Como habrán imaginado, el varón iba esposado a la espalda, siendo conducido por un guardia civil de la mano hasta el vehículo de donde partió en dirección al Cuartel de Playa de Las Américas, de donde presumiblemente saldrá en los próximos días rumbo a los juzgados de este partido judicial sureño para ser puesto a disposición de la autoridad pertinente.
En cuanto al escenario donde tuvo lugar este crimen, ayer eran muy pocos los vecinos que tenían conocimiento acerca de lo sucedido, si bien algunos lamentaron la paulitana degradación de un lugar que antaño albergó unas viviendas codiciadas tanto para el turismo como para la población local, y que con el paso del tiempo han perdido categoría pese al esfuerzo de no pocos trabajadores que han encontrado allí su lugar de residencia.
Eso sí, como ha ocurrido en todo el país, los índices de criminalidad han descendido apreciablemente este año en Tenerife, sobre todo a partir del pasado marzo y el decreto de estado de alarma que comenzó con las restricciones derivadas de medidas para evitar una mayor propagación de la COVID-19.
Precedente
A este respecto, la muerte violenta más cercana en el tiempo acaecida en el Sur de la Isla responde al pasado julio, donde un inglés de 60 años de edad falleció tras recibir más de 30 puñaladas en el interior de su vivienda, situada en la calle de La Sirena (Los Abrigos), crimen por el que se detuvo a su propio hijo (Paul C.S., de 36 años), quien no ha reconocido la autoría.