“El Estado tiene que actuar de forma decidida en nuestra comunidad autónoma, tiene que tener en cuenta nuestras singularidades, nuestra lejanía del territorio continental, nuestro carácter insular y la dependencia de nuestra economía del sector turístico y, por tanto, articular una serie de actuaciones y mecanismos que nos permitan hacer frente y combatir esta situación en igualdad de condiciones que el resto del país”.
Estas palabras son del presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo (Agrupación Socialista Gomera), y fueron recogidas en unas declaraciones efectuadas el pasado fin de semana a DIARIO DE AVISOS, pero bien podrían llevar la firma del vicepresidente regional, Román Rodríguez (Nueva Canarias), o del mismísimo presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres (PSOE). Los tres pertenecen a distintas formaciones políticas, pero a estas alturas de la pandemia son conscientes de que es imprescindible “la puesta en marcha por parte del Gobierno de un plan específico enfocado a la reconstrucción y la recuperación de la economía de Canarias, que incluya la reactivación del turismo, tras la importante afección prevista en la comunidad autónoma a consecuencia del impacto de la Covid-19”. Canarias necesita un Plan Marshall, pero para conseguirlo necesita de la unidad de sus fuerzas políticas.
En realidad, esta comunidad autónoma ya se encontraba en una situación dramática dados los altísimos niveles de pobreza y marginalidad resultantes de la larga etapa de Coalición Canaria en el Gobierno regional, como demostraron una y otra vez los estudios de Cáritas y, más recientemente, los elaborados por especialistas externos a las Islas. Pero a esa situación hay que sumar una tormenta perfecta, como es el drama que para Canarias resulta el apagón actual del turismo. En el mejor de los casos, el verano solo contará con algo de movilidad interinsular y ojalá los visitantes peninsulares empiecen a llegar en invierno. La mismísima presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha recomendado no hacer reservas para este verano, por si quedaba algún atisbo para el milagro.
De los efectos de ese turismo cero también hablaba Román Rodríguez para este periódico: “Se perderán unos 20 puntos de nuestro Producto Interior Bruto”, augura el también consejero regional de Hacienda.
Porque lo cierto es que el coronavirus mata, lamentablemente, pero el hambre mata más aún. De ahí la imperiosa necesidad de que España articule algún tipo de rescate para estas Islas, quién sabe si como aquel Plan Canarias ideado por el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Por todo ello, Torres conminó el pasado domingo al presidente de España, Pedro Sánchez, a poner por escrito, más temprano que tarde, alguna de las medidas más urgentes para evitar, desde ya, tensiones de caja, como por ejemplo la liberación de los más de 900 millones de euros que el Gobierno central ha de abonar a Canarias antes de junio por la liquidación de la financiación autonómica de 2018, así como permitir a las administraciones regionales y locales de las Islas disponer de los fondos del superávit que tienen en los bancos sin que se les autorice hacer uso, por las limitaciones de la regla de gastos, a pesar de que la propia UE ha desactivado sus normas anti-déficit. Lejos de resultar una exigencia egoísta (todas las regiones tendrán problemas), los políticos canarios aciertan al elevar la voz ante Madrid, porque, al fin y al cabo, Canarias es distinta al resto, para lo bueno y lo malo. Es una de las comunidades que ya arrastraba los peores registros de pobreza y exclusión de todo el Estado cuando se produjo el cambio político a mediados del pasado año.
Las Naciones Unidas abrieron la puerta a este territorio para su consideración como una colonia, mientras que la Unión Europea, a través del Tratado de Lisboa, hizo lo propio al confirmar a este Archipiélago como una región ultraperiférica.
Todos los sectores consultados coinciden en que para que el Gobierno regional pueda ejercer una actitud firme ante Madrid en esta hora decisiva ha de contar con el respaldo y el apoyo de las fuerzas de la oposición y los agentes económicos y sindicales.La pobreza y marginalidad acechan a la vuelta de la esquina a las Islas, y por eso la consejera regional de Políticas Sociales, Noemí Santana (Unidas Podemos), ultima una renta canaria de emergencia que será compatible con la que está preparando el Gobierno de España.
De la gravedad de la situación actual da cuenta el hecho de que Sánchez esté arriesgando el territorio ganado por el confinamiento en lo sanitario para ir recuperando la actividad económica. Pero, sin turistas, Canarias está condenada a la miseria y, seguramente, a la revuelta.
“UN TEST EXISTENCIAL PARA EUROPA EN LA HORA SOLIDARIA”
Pocos como el eurodiputado Juan Fernando López Aguilar (PSOE) han definido con mayor acierto lo imprescindible que resulta que la Unión Europea aprenda de sus errores en la crisis de 2008, cuando el “austericidio” disparó la marginalidad entre los menos favorecidos y, en consecuencia, entre miles de canarios.
VOLCÁN DORMIDO: “SI SE ENCONAN LAS PASIONES, SABE DIOS QUÉ VA A PASAR”
“Tengo miedo que a mi Tierra/ la sacuda un día el volcán./ Si se enconan las pasiones/ sabe Dios qué va a pasar”. Así cantaba Braulio en los años 70 y las autoridades españolas se lo tuvieron tanto en cuenta que el grancanario optó por refugiarse en Miami. Eran años de gran perturbación en Canarias. Por supuesto, por la inestabilidad política generada por la agonía del franquismo y el violento tránsito hasta la democracia, pero también por los efectos terribles de una doble crisis económica: la del petróleo de 1973 (que se dejó sentir en España años después) y la derivada de la pérdida del Sahara Occidental, que castigó especialmente a las islas orientales. De todo aquello acabó surgiendo un movimiento separatista, el Mpaiac de Antonio Cubillo, cuya pujanza obligó a Madrid a tener en cuenta a Canarias a la hora de las inversiones. “Olvidemos los rencores/ que nos puedan separar./ Somos siete corazones/ con un solo palpitar”, también cantaba Braulio. Solo la unidad de los canarios ante Madrid y Europa podrá evitar el abandono, y, por ende, males mayores.