La Clínica Evas se ha convertido en el centro de las noticias nacionales al haber recibido varias denuncias por actuar de manera imprudente llevando a cabo tratamientos de belleza nocivos para la salud de sus clientas. En un primer momento, la clínica abrió en Estepona, pero tras recibir varias quejas por la mala gestión de los tratamientos, cambiaron su sede a Puerto Banús, Marbella. Una de estas clientas fue Andrea.
Andrea acudió a la clínica de Estepona hace nueve años para someterse a un tratamiento para acabar con las marcas de varicela de su cara. Según afirma Atlas, le prometieron un diagnostico gratuito que termino convirtiéndose en algo distinto. «Me hizo una sesión de manipulación y destrucción de mi autoestima”, cuenta Andrea.
La chica, que por aquel entonces tenía 19 años, consiguió reunir los más de mil euros que le pedían por el tratamiento y acudió de nuevo a la clínica. En aquel momento, las falsas expertas le aseguraron que solo ellas disponían de la maquinaría necesaria para su tratamiento y le mostraban fotos de otros pacientes, las cuales estaban editadas con Photoshop. “Todo era falso, una estafa”, afirma.
Una vez comenzó el tratamiento Andrea sufrió grandes dolores, en ningún momento le pusieron anestesia y cuando se quejaba del dolor le decían que no fuese «tan quejica». Al final del tratamiento la paciente tenía la cara «completamente quemada» y tuvo que pasar un mes sin salir de casa.
Cuando Andrea, acompañada por una amiga fue a denunciar, las dueñas de la clínica consiguieron dar la vuelta a la situación y fueron la paciente y su amiga las que terminaron siendo juzgadas. “Estando allí llegó la Policía y nos detuvieron a nosotras porque ella les dijo que la estábamos amenazando», relata la chica.
Tras recibir varias denuncias del mismo tipo la Policía ha investigado el caso. Actualmente la clínica permanece cerrada y tres mujeres, Doctora de medicina general, una odontóloga y una esteticista, han sido detenidas. Las detenidas han sido acusadas de delitos de estafa y atentados contra la salud pública. Ninguna de ellas tenía la titulación necesaria para realizar ese tipo de tratamientos y las maquinas que utilizaban no estaban homologadas. “Por fin se está haciendo justicia, lo que hacían no tiene nombre”, dice Andrea.