Por José Antonio Felipe. | El 9 de julio de 1992 varios testigos vieron “caer algo” al mar en la costa sur de Tenerife. Comenzaba así uno de los misterios más reconocidos de la Isla sin que, 30 años después, hayan quedado despejadas todas las dudas alrededor del avión desaparecido en Abades, pues, en un primer momento, se creyó que se trataba de un accidente aéreo.
El reloj marcaba las 20.30 horas del jueves 9 de julio cuando varios medios de comunicación y la Guardia Civil comenzaron a recibir llamadas telefónicas de ciudadanos que aseguraban haber visto caer un avión al mar en la costa de Abades (municipio de Arico), en el sureste de Tenerife.
Juan Carlos Mateu, subdirector de DIARIO DE AVISOS, era, por aquel entonces, redactor de los Servicios Informativos de Radio Club Tenerife: “La redacción se encontraba tranquila hasta que, en cuestión de 10 o 15 minutos, recibimos seis o siete llamadas diciendo que un avión había caído en la costa de Abades. Incluso, nos llegaron a decir que vieron que la cola del mismo era de color azul”.
Las llamadas fueron escalonadas, pues varias personas, al no haber móviles en la época, pararon desde que encontraron una cabina para llamar y avisar de lo ocurrido: “Eran conductores que iban por la TF-1 y que nos aseguraron lo mismo. Llamamos a estamentos oficiales y nos decían que también se habían dirigido a ellos: en un primer momento no se pudo confirmar nada”.
Uno de los primeros testimonios es el del venezolano Juan José Hernández, que se dirigia con su furgoneta de Güímar a Abades por la TF-1. Juan José dijo ver un avión que “volaba a muy poca altura sobre el mar”. Aquello le llamó la atención, pero continuó su camino. Fue unos metros más adelante, tras haber salido de la autopista, cuando se encontró a una pareja: lo que le contaron lo dejó sin palabras.
RASTREAR EL MAR EN BUSCA DEL AVIÓN DESAPARECIDO EN ABADES
Según relata Alfonso Ferrer, director del podcast El Laberinto, que investigó el tema sobre el terreno, una de las claves de este misterio es la cantidad de testigos que dijeron ver algo de manera simultánea: “Este chico ve a un matrimonio que indica con el dedo en dirección al mar y allí estaba, flotando, el avión que, mientras conducía, había podido observar. Asocia, desde un primer momento, lo que él asegura ver con lo que le dice haber visto este matrimonio”.
La Guardia Civil toma testimonio a seis personas: “Hablamos de testigos independientes y situados, y esto es importante, en distintos puntos de la zona. Uno estaba en la autopista, un grupo de chicos de acampada en La Caleta… Todos ven lo mismo: un avión que vuela a baja altura, otros lo ven ya posado en el mar e, incluso, cuando se hunde”.
Es la propia Guardia Civil la que pone en marcha de inmediato un operativo de emergencias. Tres buzos, una zodiac, cuatro vehículos de apoyo, e incluso un helicóptero, “que se emplearon a fondo”, como recuerda Ferrer, trabajan a destajo hasta la mañana siguiente, que se suspende la búsqueda: no encuentran absolutamente nada. Ni rastro del supuesto avión desaparecido en Abades.
El trabajo de los submarinistas se centró hasta una distancia próxima a los 500 metros de la costa, ya que a partir de ahí un abismo se abre paso en el fondo marino al que resulta imposible acceder.
UNA AVIONETA DE CONTRABANDO
Para entender qué pudo pasar con el avión desaparecido en Abades hay que regresar al principio de este artículo: a Juan José Hernández, el hombre que conducía por la TF-1.
Ferrer logró contactar con él pese a las reticencias, lógicas, que ocurren en este tipo de casos a la hora de manifestarse públicamente. Los medios, entendía, no habían sido del todo justos con él, no confiando en su testimonio, pese a todo, accedió a hablar: “Él estaba bastante seguro de que se trataba de un caso de narcotráfico o contrabando de algún tipo. Al aproximarse a la Isla habría descendido bastante de altitud para eludir los radares. Los vientos, intensos ese día en la zona, habrían provocado que se precipitara”.
“Según su teoría podría tratarse de un modelo Falcon 500. Una avioneta del mismo tipo había desaparecido tan sólo días antes en Venezuela y no se había encontrado. Para nuestro testigo el robo de avionetas es una práctica habitual en Sudamérica. El Falcon 500 es un aparato adecuado para este tipo de incursiones. Pequeño, maniobrable y con autonomía suficiente”, apuntó Alfonso Ferrer en su artículo El caso del avión que desapareció en Tenerife.
Hoy, justo 30 años después, la realidad es que el misterio continúa alrededor del supuesto avión desaparecido en Abades, un caso que en su día se cerró con una “falsa alarma” oficial que no acabó de convencer a nadie.