Estas dos nuevas variantes incluyen según los científicos, además de las mutaciones de la variante británica, una mutación que se ha generado espontáneamente ya en otros linajes durante la pandemia, que es la E484K, llamada coloquialmente Erik por algunos divulgadores. Es una mutación que produce un cambio en una región de la espícula, que es el antígeno principal con el que se están formulando las vacunas contra el SARS-CoV-2, que podría alterar ligeramente sus propiedades inmunogénicas.
Los datos todavía son muy preliminares, pero hay evidencias, cuando se han realizado ensayos con vacunas, como la de NovaVax (que aún no está aprobada) o la de Johnson & Johnson en Sudáfrica, de que se consigue una menor eficacia que en otras zonas, como por ejemplo en EE UU, porque en Sudáfrica la variante predominante ya tiene esa mutación.
¿Y las vacunas seguirían funcionando como hasta ahora?
Si estas cepas se hicieran al final dominantes, se tendría que reformular la vacuna. Pero este sería el primer caso de evolución del virus para evadirse de la respuesta inmunitaria, la primera mutación responsable de «deriva antigénica» que detectamos en un año de pandemia. El virus de la gripe te hace esto en un mes, y obliga a reformular la vacuna todos los años. Otras mutaciones preocupantes, que también están presentes en estas variantes, afectan más a la transmisibilidad que a la inmunogenicidad.