Nació alrededor del año 1160 d.C. y su cuerpo ha llegado en un estado conservación excepcional hasta nosotros. El Museo Arqueológico Nacional tiene el privilegio de poder exponer tras sus muros a la momia guanche mejor conservada del mundo. Ahora, gracias a una investigación de cinco años, se ha puesto rostro a este antepasado aborigen.
El resultado ha sido obra de un extenso proyecto en el que además se han llevado a cabo pruebas de ADN, análisis de carbono-14 y reconstrucciones forenses. En este sentido, una copia exacta del cráneo ha llegado a manos del escultor Juan Villa Herrero, el encargado de otorgarle una cara a esta joya.
Los rasgos de la momia se han compartido por primera vez este pasado miércoles en el documental Las momias guanches, coproducido por RTVE y Story Producciones. La producción muestra no solo el desarrollo de Villa trabajando con el cráneo impreso en 3D, sino todo el proceso de análisis del cuerpo para conocer con todo detalle el pasado de este varón de unos 45 años.
«Gracias a todas las pruebas científicas y forenses se ha podido hacer una reconstrucción muy fidedigna de cómo pudo ser el rostro», explica Regis Francisco López, director de Story Producciones, a EL ESPAÑOL. «Por primera vez se le va a poder ver la cara a esta persona que vivió hace 850 años«, añade. De esta forma, este busto físico se ha donado al Museo Arqueológico Nacional para que todos puedan observarlo junto a la gran momia guanche.
¿Quién fue?
Teresa Gómez Espinosa es la jefa del Departamento de Conservación del MAN y una de las personas que mejor conocen este cuerpo embalsamado. «Verle la cara es una cosa fascinante«, destaca la restauradora, quien por fin puede conocer los rasgos de la momia que ha custodiado todos estos años. «Hay cosas que son subjetivas, como el color de los ojos», matiza Gómez Espinosa.
Según cuentan los expertos, este antiguo aborigen debió pertenecer a la clase alta del siglo XII ya que su dentadura es prácticamente perfecta. Pese a morir en el siglo XIII, y tras su correspondiente proceso de momificación del cuerpo, desapareció a ojos del mundo. Ni siquiera los castellanos encontraron al aborigen tras su llegada en el siglo XV. Tuvieron que esperar hasta el año 1764 para dar con él.
En el interior de una cueva en el barranco de Herque, el gobernador Luis Román halló la codiciada momia. Su estado de conservación le llamó la atención y, lejos de llevarse todos los cuerpos que contenía aquella oscura cueva, cargó con esta momia que ahora se expone en el Museo Arqueológico Nacional.
Si ya la entidad apostaba por este valioso tesoro de la historia de Canarias, ahora la momia viene acompañada con un rostro que pretende atraer a un público interesado en el pasado de este hombre que habitó Tenerife en el siglo XII.