A consecuencia de un paro cardiorrespiratorio falleció este lunes el periodista José Carlos Alberto Pérez-Andréu. Tenía 51 años y patologías previas con las que había tenido que lidiar durante muchos años. Se va un amigo, un gran compañero y un excelente profesional.
Su carrera periodística estuvo muy ligada a la cadena COPE, en la que durante muchos años fue responsable de distintos programas de gran éxito. Era una persona afable, con dotes innatas para desarrollar esta profesión, en la que deja un montón de amigos, ahora consternados por su desaparición.
Hablé con él ayer de los avatares de esta profesión, de la pandemia del coronavirus y de sus problemas relacionados con el trabajo. Realizaba un programa diario en La 10 Capital Radio, emisora del Centro de Iniciativas y Turismo de Tenerife.
José Carlos Alberto era colaborador habitual en los periódicos de las islas. Tenía una prosa inteligente y una capacidad innata para localizar el foco de la noticia. Era un periodista de raza, que no quiso pasar por la universidad. Un autodidacta.
Hijo del rector que creó la Facultad de Ciencias de la Información de La Laguna, el prestigioso ginecólogo José Carlos Alberto Bethencourt, y de Pochola Pérez-Andréu, ya fallecida, José Carlos trabajó en medios audiovisuales –también en televisión— y prensa. Colaboró en la desaparecida Radio Burgado, en Radio Club Tenerife y, sobre todo, en la COPE.
Era un buen especialista en política local y una persona muy ocurrente en su trabajo. Carecía de miedos profesionales y era extremadamente inteligente, cuidadoso con sus informaciones y de talante libre y sincero. Había cumplido 51 años, más de 25 de ellos en los medios, y tenía una capacidad demostrada para entretener e interesar a sus oyentes, sobre todo. Era ágil e imparcial.
José Carlos llevaba días sintiéndose mal y quejándose de insomnio en sus redes sociales; dadas sus dolencias crónicas, atribuyó su malestar a éstas. Pero hoy por la tarde sufrió un infarto masivo que le quitó la vida. Este mismo lunes había hablado con varios compañeros sobre temas de la profesión y sobre su programa en la emisora en la que trabajaba en estos tiempos, tan complicados para el periodismo presencial.
Deja un hueco muy difícil de llenar. Se ha ido un hombre de la radio, un profesional con poca suerte porque estaba llamado a hacer el programa de su vida en la radio de su vida; y a eso no le dio tiempo. Una pena. Personalmente se ha ido un amigo entrañable, una persona muy querida y un gran compañero, con quien tuve la suerte de trabajar.
Reciban sus familiares, en especial su padre y hermanos, un fuerte abrazo, y nuestro pésame más sentido.