Hay alteraciones de nuestra salud que son tan comunes que nos les damos la suficiente importancia. Sobre todo, porque sus consecuencias son tan a largo plazo que no las solemos asociar con ellas. Pero conforme se va arrojando más luz sobre las mismas hay más consciencia de cómo nos afectan y, por suerte, de cómo resolverlas.
El mayor ejemplo que hay de ello es el sueño. De ser visto como una función pasiva del cuerpo humano (recargar las ‘pilas’ del día a día), ahora está tomando cada vez más importancia en la salud de las personas. Y los ronquidos pueden decirnos algo más que la simple molestia para aquellos que conviven con los afectados.
Roncar está asociado no solo a una mala calidad del sueño sino a numerosos problemas de salud. Es uno de los síntomas de la apnea del sueño, que consiste en una parada total o parcial (que se conoce como hipopnea) del aire que entra y sale de los pulmones mientras dormimos.
La consecuencia de este mal sueño es el cansancio durante el día y la tendencia a quedarse dormido realizando actividades cotidianas, con el peligro que ello supone. Por ejemplo, el riesgo de sufrir un accidente de tráfico es dos veces mayor. Pero hay más cosas: una apnea obstructiva del sueño no tratada está asociada a problemas cardiovasculares, diabetes, hipertensión, arritmias o ictus.
El problema es que los ronquidos son tan comunes que la gente no le da la importancia que tienen y, por tanto, no consultan al médico. En el mundo se calcula que alrededor de 1.000 millones de personas tienen AOS, como se la conoce por sus siglas, –175 de ellos en Europa– y en España hay entre uno y dos millones de afectados, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, Separ.
«Los ronquidos son frecuentes en una población sana», explica a EL ESPAÑOL María Teresa Ramírez, jefa del servicio de Neumología del Hospital Infanta Sofía de Madrid. Por sí solos no implican un diagnóstico de apnea obstructiva del sueño (antes conocida como síndrome de apnea o hipopnea del sueño), pero dan una pista de por dónde seguir.
Hombres, principales afectados
Los principales afectados en nuestro país son los hombres: entre un 4% y un 6% lo padecen (aunque Ramírez lo eleva hasta un 10%), por un 2-4% de las mujeres. En los niños también está presente este síndrome, en entre un 1 y un 3% de ellos. También se calcula que la incidencia de esta enfermedad (el número de nuevos casos cada año) aumentará en el futuro debido a que su principal factor de riesgo, la obesidad, no hace sino incrementarse en los países desarrollados.
¿El problema? Que en la mayoría de los casos no están diagnosticados: se calcula que solo el 10% de los afectados tiene su problema detectado y, por tanto, con posibilidades de tratamiento. Hoy por hoy sigue siendo una enfermedad invisible para la sociedad a pesar de sus implicaciones en quienes la padecen y la gente que les rodea.
Ramírez señala que, aunque los casos graves suelen estar diagnosticados («suele ser gente con mucha roncopatía, mucho cansancio durante el día, no rinden en el trabajo y tienen la tensión descompensada»), hay una gran parte de formas leves y moderadas que se manifiestan en cansancio y falta de rendimiento pero las personas no son conscientes del origen de sus problemas.
Una revisión de la evidencia disponible publicada en la revista científica de Separ apunta que un 50% de pacientes con este síndrome son hipertensos, y que el 80% de hipertensos resistentes tienen esta patología. La insuficiencia cardiaca está presente en más del 10% de pacientes y la probabilidad de ictus es hasta 4,3 veces mayor que en la población sin apnea.
La mejor forma de tratar la apnea obstructiva es, según Ramírez, a través del «control de la dieta, que es lo único curativo porque la obesidad ya no afecta a las vías respiratorias», y de una mascarilla conectada a una especie de ventilador que transmite un flujo continuo de aire por la nariz que mantiene abiertas las vías aéreas durante el sueño. Se conoce como CPAP, siglas en inglés de ‘presión positiva continua en la vía aérea’.
Aguantar con la mascarilla
A pesar de los buenos resultados de estos dispositivos, un 13% de personas sigue mostrando una somnolencia diurna excesiva. Por otro lado, una buena parte de los pacientes no se siente cómodo durmiendo con una mascarilla puesta y acaba abandonando el tratamiento. Un estudio realizado en Francia indicaba que, a los tres años, el 47,7% había dejado de usar el CPAP.
Según la revisión publicada en la revista de Separ, las alternativas a la CPAP son, hasta el momento, los dispositivos de avance mandibular y la cirugía. Pero, mientras los primeros «solo funcionan en el 50% de los casos», la segunda opción no es muy frecuente, «no es una opción para la AOS en sí», comenta Ramírez.
Winfried Randerath, director del Instituto de Neumología de la Universidad de Colonia, indica que «se empieza con CPAP. Si el paciente no mejora, hay problemas relacionados con el tratamiento u otros trastornos del sueño, se pueden discutir medicamentos para solucionar la somnolencia diurna».
Randerath ha participado en la presentación en París de pitolisant, un medicamento que la Agencia Europea del Medicamento aprobó con el nombre de Ozawade en mayo para el tratamiento de la AOS en adultos que no han mejorado con el CPAP, y a la que ha sido invitado EL ESPAÑOL.
Este fármaco, desarrollado por el laboratorio francés Bioprojet, tiene ya una indicación previa en el tratamiento de la narcolepsia, y sus creadores afirman que es el primer medicamento que combate esa somnolencia excesiva sin los efectos secundarios de anteriores tratamientos.
Pitolisant no aborda las causas de la apnea sino sus consecuencias, la somnolencia diurna y la fatiga, que en casos extremos puede resultar incapacitante. El aspecto positivo es que «no afecta a la presión sanguínea ni al ritmo cardiaco», apunta Jean-Charles Schwarz, director científico de este pequeño laboratorio. Más del 60% de los participantes en los dos ensayos clínicos principales tenían antecedentes de trastorno cardiovascular. No se registró ningún evento de este tipo entre los casi 400 pacientes tratados con el fármaco.
Potencial abuso de sustancias
La seguridad cardiovascular es tremendamente importante en una enfermedad en que la inmensa mayoría de los afectados padece de obesidad. Hay otra preocupación, no obstante: su potencial abuso recreativo.
Esto es lo que ha llevado a prevenir de su uso a otras sustancias psicoestimulantes (como las anfetaminas). Schwarz apunta que, prevenidos por esta cuestión, realizaron un estudio entre personas con antecedentes de abuso de sustancias y comprobaron que no se utilizó más allá de la pauta establecida en el tratamiento.
Además, afirma con seguridad: «El fármaco lleva en el mercado desde 2016 (para el tratamiento de la narcolepsia) y no hemos comprobado ningún abuso». En Francia y Alemania estará disponible en este nueva indicación antes del final de año. En España esperan que esté a partir del segundo semestre de 2022.
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