El precio de la gasolina de 95 octanos se ha disparado un 1,7% esta semana en comparación con la anterior, una subida sin precedentes desde el pasado mes de junio, cuando los combustibles iniciaron una brutal escalada tras el embargo decretado por la UE al petróleo ruso. Así se refleja en el Boletín Petrolero de la UE, que se ha publicado en la mañana de este jueves. El litro de gasolina se paga ahora en el surtidor a 1,71 euros (1,51 si se aplican los descuentos del Gobierno), una cifra que, no obstante, está un 20% por debajo del máximo de 2,14 euros alcanzado a mediados de junio.
En el caso del diésel, el precio en el surtidor se ha encarecido un 2,8% en comparación con la semana previa y se sitúa en 1,86 euros por litro, un 12,9% por debajo de lo registrado en el peor momento de la escalada de junio. El gasóleo se ha apuntado su mayor alza en más de un mes, pero, a diferencia de la gasolina, su cotización ha sido bastante más irregular en los últimos meses.
Desde mediados de agosto, el precio del diésel viene superando sistemáticamente al de la gasolina, un fenómeno que ha roto con la tendencia histórica de un gasóleo tradicionalmente más barato. Las razones para esta disparidad, esgrimen desde la AOP, (la patronal del sector petrolífero) tienen que ver con la alta demanda esperada de gasóleo para uso en calefacciones de cara al invierno. Además, también influye que los precios de las cotizaciones internacionales del diésel, se han disparado claramente por encima de la gasolina. A esto se suma el importante peso de Rusia en las exportaciones de gasóleo a Europa, que ahora son escasas tras el veto.
Las últimas subidas de precio en los surtidores españoles reflejan los movimientos que se han visto en los mercados petrolíferos en las últimas semanas. El pasado 5 de octubre, los países de la OPEP+, que aportan más de un 40% de la producción mundial de crudo, decidieron recortar su producción en dos millones de barriles de petróleo diarios (el equivalente al 2% de la oferta mundial). El motivo argüido por la organización, a la que pertenece Rusia, fue la necesidad de responder a las crecientes subidas de tipos de interés de la mayor parte de bancos centrales que están ralentizando la economía mundial y, por tanto, la demanda de crudo.