Quedarse en el Archipiélago es la opción más segura y barata, por eso este año los residentes eligen visitar otras Islas o redescubrir las zonas costeras y la oferta de ocio más cercana.
Aunque la vista ya se estaba acostumbrando a que el primer tramo de la playa de Las Teresitas fuera frecuentado por turistas en los últimos años, ayer, 1 de agosto, en el enclave santacrucero al extranjero había que buscarlo con lupa. A simple vista los que abundaban eran los canarios y las razones las daban ellos mismos: la incertidumbre económica ante la amenaza de una nueva crisis, la merma de ingresos por los ERTE, el miedo al avance del virus en el extranjero y el relativo control de la pandemia que existe aún en las Islas. Con todo, este agosto la opción mayoritaria entre los residentes ha sido quedarse en esa casa llamada ‘Canarias’.
Elena, Laura, Marta, y Maite, todas primas y laguneras, se reunieron ayer en Las Teresitas. Era el primer baño que se daban este 2020 en esa playa y el motivo de la reunión era la boda cancelada de una sexta prima, Nuria: “Hoy debíamos estar de boda, pero como no pudo ser por el virus, decidimos que igualmente había que hacer un plan de primas”, contaba Elena. Con niños pequeños, madrugaron para disfrutar las mejores horas de playa, evitando las colas y el sol fuerte del mediodía.
Al igual que las primas, otra pareja de canarios, Leticia y Paco, tocaban por primera vez la playa santacrucera de arena rubia. El matrimonio, que reside en Acorán, suele viajar cada año al extranjero durante el mes de octubre, algo que esta temporada descartan. Ella es médica, así que asume que tendrá que coger las vacaciones “en el último momento, según como avance la pandemia”, mientras que él, que trabaja en una empresa de hostelería, considera que sería “poco considerado” coger vacaciones ahora mismo, cuando aún parte de la plantilla sigue en ERTE.
Después de un rato inspeccionando Las Teresitas aparecieron por allí un catalán y una pareja de polacos, quizás los únicos turistas en la playa. El de Barcelona estaba indignado por la falta de cumplimiento que en su opinión hay en su comunidad hacia las normas impuestas por el virus. Así, bajo el sol sanandresero, recordaba cómo en pleno confinamiento “te veías las calles llenas de gente” y aseguraba que “la ciudad nunca estuvo vacía”, como reconoció que sí ocurrió en las Islas. Ahora, con los rebrotes, “allá ni llevan la mascarilla”, dijo indignado mientras mantenía una distancia de metro y medio.
Menos prudentes se mostraron dos turistas polacos que parecían recién aterrizados de otro planeta: “Nosotros no creemos en el virus”, me reconoció uno de ellos cuando les pregunté si consideraban Canarias un lugar seguro para veranear durante esta pandemia. Eva y Paul incluso se mostraron sorprendidos ante la pregunta, ya que era la segunda vez que visitaban las Islas y sentían que todo seguía igual: “Elegimos volver aquí por el clima maravilloso y para ver lugares como el Puerto de La Cruz, La Laguna y las playas”.
OPERACIÓN SALIDA
Si bien la calle de El Castillo estaba abarrotada de transeúntes en busca de las últimas gangas en la fase final de las rebajas, el vacío en las principales vías de la capital ya comienza a notarse.
En calles cercanas, como la San José o la Teobaldo Power, gran parte de las terrazas permanecían cerradas y a las 12 de la mañana llamaba la atención el vacío absoluto del simbólico Café Atlántico. En el Pianeta, otro céntrico bar de la capital, se constataba la mala racha para el sector: “El fin de semana pasado tuvimos que cerrar porque la gente huye de Santa Cruz, así que estamos escapando con los clientes que vienen los días laborables”, aseguraba David, uno de sus responsables. Sentado en la terraza, el empresario advertía de la situación “complicada” que podría darse en los próximos meses y aseguraba que la gente “no es consciente aún”.
Tan cierta era esa estampida que el verdadero movimiento se encontraba por la zona del Parque Marítimo, con las piscinas llenas aunque bajo estrictas medidas de distanciamiento. Además, en la playa anexa, donde el baño continúa estando prohibido, podían divisarse decenas de bañistas, al igual que en el muelle cercano al Castillo Negro.
En el Aeropuerto de Los Rodeos, el Puerto de Santa Cruz y las autopistas tinerfeñas se evidenciaba que este año el canario se queda en casa. Viajar a otras Islas o redescubrir la propia es, por tanto, la nueva moda que impone la pandemia.