Los investigadores de la Universidad de East Anglia y el Instituto Earlham (Reino Unido) advierten de una manera muy rotunda que en un estudio de que relajar las restricciones de la Covid-19 podría allanar el camino a nuevas mutaciones del virus resistentes a las vacunas.
Los autores de este prestigioso estudio, califican la situación actual de «carrera armamentística» contra el virus y apuntan a que el aumento de los casos podría proporcionar oportunidades para que evolucione en variantes aún más transmisibles. De hecho, temen que las nuevas variantes puedan ser más virulentas, más resistentes a las vacunas y más peligrosas para los niños y los grupos vulnerables, como los pacientes trasplantados.
El autor principal y redactor jefe de Virulence, el profesor Kevin Tyler, de la Facultad de Medicina de Norwich de la la Universidad de East Anglia, ha explicado que, aunque las vacunas han debilitado el vínculo entre la infección y la mortalidad, «no deben utilizarse como argumento para justificar un amplio cambio de política en los países que experimentan un aumento exponencial del número de infecciones».
Tal y como expresa, esto se debe a que la mayor parte de la población mundial sigue sin vacunar. «Incluso en los países con programas de vacunación eficientes, una proporción significativa de la sociedad, especialmente los niños, sigue sin protección», razona.
Por ello, remarca que la relajación de las restricciones favorece la transmisión y permite que la población del virus se expanda, lo que aumenta su potencial evolutivo adaptativo y el riesgo de que surjan cepas resistentes a las vacunas mediante un proceso conocido como deriva antigénica. «En pocas palabras, limitar la propagación del Covid-19 en la medida de lo posible restringe el número de muertes futuras al limitar el ritmo de aparición de nuevas variantes», sentencia.
Posibles nuevas variantes con mayor transmisibilidad en niños
A su juicio, frenar el ritmo de aparición de nuevas variantes requiere actuar con rapidez y decisión, reduciendo el número de personas infectadas, incluidos los niños, con vacunas y en combinación con otras políticas de salud pública. «En la mayoría de los casos, los niños no se vacunan contra la Covid-19 porque el riesgo de que enfermen gravemente es muy bajo, pero pueden evolucionar nuevas cepas con mayor transmisibilidad en los niños, por lo que vacunarlos puede ser necesario para controlar la aparición de nuevas variantes», advierte.
«En otras palabras, una política de relajación de las restricciones mientras los niños no están vacunados corre el riesgo de seleccionar inadvertidamente variantes virulentas que son más capaces de infectar a los niños y también son más problemáticas en los grupos vulnerables», remacha Tyler. Por ello, el experto recuerda que solo cuando una gran proporción de la población mundial esté vacunada, o haya adquirido inmunidad frente a la infección, se podrán relajar otras medidas sociales.