Ya son dos semanas las que ha estado la isla de Tenerife con el corazón en un puño por la desaparición de las pequeñas Anna y Olivia, de uno y seis años, que presuntamente fueron secuestradas por su padre, Tomás Antonio Gimeno, quien ya había manifestado no querer que su exmujer volviera a ver a las pequeñas. Ayer, era Telecinco la que daba con nuevas pistas del caso, al hablar con un marinero que aseguraba haber escuchado por su emisora de radio, al día siguiente de la desaparición, a una niña balbuceando; es más, según su relato, solo se distinguían dos palabras: “¡Papi, tiburón!”.
“Estábamos pescando al día siguiente de la desaparición de las niñas y, en el transcurso horario de entre las seis de la tarde, seis y cuarto o siete, oímos a una niña hablar por una emisora”, afirmaba el marinero en declaraciones a la cadena de televisión, al tiempo que detallaba que era “un canal 9”, es decir, abierto, que cualquiera ubicado en las proximidades hubiera podido sintonizar. “Entonces oímos a una niña balbucear durante unos 15 o 20 minutos, varias veces, y lo único que sacamos en claro de la conversación era ¡Papi, tiburón!”, prosiguió, para luego explicar que “se notaba que era una niña bastante pequeña”.
A juicio del marinero, “es muy raro” que una menor permanezca un cuarto de hora sola lanzando un mensaje por una emisora: “Si había un adulto en el barco, o no se dio cuenta de que la niña estaba hablando, o es que la niña estaba sola”. Unas conclusiones que el pescador dio a conocer a los agentes de la Guardia Civil, que se hacen cargo de las pesquisas y tratan de dar con el paradero de los dos retoños en distintos lugares, ya no de Canarias, sino del mundo, ya que se estudia la posibilidad de que Gimeno hubiera huido a algún país de Latinoamérica o del continente africano.
De hecho, en Cabo Verde se llegó a inspeccionar la semana pasada un velero de bandera británica que, zapando el día de los hechos a las 08.25 horas de la mañana desde Gran Canaria, se sospecha que pudo ayudar al padre de las niñas a desplazarse fuera de las fronteras españolas. En concreto, despertó el interés de los investigadores que la embarcación, en vez de seguir rumbo directo a la isla caboverdiana de San Vicente, merodeara sin rumbo fijo por la costa cercana a Santa Cruz, para luego ser detectada frente a Candelaria esa misma madrugada. En este sentido, cabe recordar que Tomás Gimeno cogió una embarcación de su propiedad esa noche, de acuerdo con las imágenes de seguridad de la Marina.
Un bote que posteriormente sería hallado por la Benemérita frente al Puertito de Güímar con restos de sangre del progenitor, aparte de una silla infantil que flotaba en el agua. Por tanto, hoy, 14 días después de que se dejara de conocer el paradero de Anna y Olivia, todas las hipótesis permanecen abiertas, como declaraba ante los medios el delegado del Gobierno central en Canarias, Anselmo Pestana. No obstante, el Estado ha destinado una importante cantidad de recursos al operativo, no en vano trabaja sobre el terreno la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, equipo especializado en este tipo de casos y al que preceden actuaciones en las desapariciones de Diana Quer, Asunta Basterra o Gabriel Cruz.
Es tal el nivel de profesionalidad y especialización de la UCO, que la madre de Yéremi Vargas, niño al que se le perdió la pista hace ya 14 años en Gran Canaria, siendo uno de las desapariciones más sonadas del Archipiélago y que continúa sin ser resuelta, recomendaba a la progenitora de Anna y Olivia, Beatriz, que confiara en los efectivos del cuerpo porque, en base a su experiencia personal, podía decir que “son los mejores”.
LLAMADA AMENAZANTE
De acuerdo con la denuncia que presentó Beatriz, la madre de las niñas, ante las autoridades, Tomás Antonio Gimeno la llamó la misma noche de la desaparición, pocas horas antes de la hora que ambos -divorciados- habían convenido para que las pequeñas se fueran con ella, y la amenazó con marcharse: “No vas a volver a ver a las niñas jamás. Tampoco a mí”. Eso sí, en la misma conversación aclararía que se haría “cargo de ellas para que estén bien cuidadas”. “Pero no vas a tener noticias nuestras jamás”, concluía el tinerfeño.
La madre de las niñas, Beatriz, se plantea viajar personalmente a Cabo Verde
Medio centenar de llamadas diarias. Es la cantidad que recibe la Guardia Civil, desde diferentes lugares de España e incluso del extranjero, de personas que aseguran tener alguna pista de dónde se pueden encontrar las pequeñas Anna y Olivia, de las que nada se sabe desde el pasado 27 de abril. Se trata de una respuesta habitual, de acuerdo con los investigadores, y es uno de los riesgos que entraña el hecho de hacer un llamamiento generalizado a la ciudadanía, pero que en ocasiones resulta fructífero. No es la primera vez que un caso se resuelve por un chivatazo anónimo.
No obstante, la madre de las niñas, Beatriz, visto que aún no han trascendido nuevos rastros ni hipótesis sobre el paradero de sus retoños, se ha planteado coger un vuelo en dirección a Cabo Verde, a fin de iniciar indagaciones por sí misma. Y es ese país al que se dirigiría porque ella misma sospecha que es al que pudo huir su exmarido, Tomás Antonio Gimeno, con las hijas de ambos.
Además, ha despertado el interés de las autoridades un velero de bandera británica que hizo un anómalo recorrido desde Gran Canaria hasta la isla africana de San Vicente, pasando previamente por la costa cercana de Santa Cruz de Tenerife y Candelaria.
Todo ello ha empujado a la madre, desesperada tras dos semanas de búsqueda, a sopesar la idea de desplazarse a Cabo Verde con la esperanza de encontrar respuestas.