Un vuelo de la compañía Brussels Airlines tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Gran Canaria debido al impacto de un rayo. El avión tenía como destino Tenerife y, a pesar de que la distancia entre las islas capitalinas es de apenas 20 o 30 minutos, la aerolínea decidió en un primer momento regresar a la capital belga, lo que provocó el enfado y la incredulidad de los pasajeros, según informa el medio hln.be.
Los operarios revisaron la aeronave y detectaron un pequeño agujero causado por el impacto del rayo. El avión solo podía hacer un vuelo más antes de que se llevaran a cabo las reparaciones necesarias.
El caso es que si hubiera completado la ruta, aterrizando en Tenerife, se hubiera quedado bloqueado allí. Por este motivo, la compañía decidió que volviera a Bruselas y que al día siguiente los pasajeros afectados pudieran volar a Tenerife.
Esta situación, según el citado medio, generó un caos entre una parte de los 155 pasajeros que se encontraban a bordo, que no entendían ni compartían la decisión de la compañía. Debido a los ánimos acalorados, se excedió el intervalo de tiempo de la tripulación, por lo que volar de regreso ya no era una opción, y tuvieron que desembarcar finalmente en Gran Canaria.
“Varias personas se inquietaron. La situación se ha ido de las manos”, indicaba ayer al citado medio Maaike Andries, de Brussels Airlines, sobre los disturbios en el vuelo.
“Tendríamos que volar ese avión roto nuevamente durante cuatro horas y media. Pero nadie quería arriesgar su vida y se produjo una conmoción”, señalaba, por su parte, uno de los pasajeros.