Por desgracia para Canarias, el nuevo informe de la Agencia Europea de Medioambiente ha colocado a Canarias en el foco de atención continental por una cuestión que preocupa cada vez más: la calidad del aire. El documento señala que 22 de las 48 estaciones de medición ubicadas en Canarias superaron durante 2023 el límite legal establecido por la Unión Europea para las partículas en suspensión PM10. Este dato convierte a Canarias en una excepción dentro de España y en una rareza dentro del conjunto europeo.
En el resto del país solo se registraron cuatro estaciones adicionales que sobrepasaron los niveles permitidos, lo que evidencia la singularidad del caso canario.
La situación de las islas se analiza como una anomalía no por su gravedad, sino por su origen. A diferencia de otras regiones europeas, los elevados niveles de partículas PM10 en Canarias no se deben al tráfico rodado o a la industria, sino a las intrusiones de polvo sahariano, un fenómeno natural conocido como calima. La AEMA y la propia normativa europea permiten descontar del cómputo oficial aquellas partículas generadas por causas naturales, y en este sentido, Canarias queda exenta de sanción aunque las cifras superen los umbrales establecidos.
El informe desglosa que Tenerife lidera el número de estaciones con niveles excesivos, contabilizando 12 de las 22 estaciones fuera de norma en Canarias.
Entre ellas destaca la ubicada en Casa Cuna, Santa Cruz de Tenerife, seguida por El Médano en Granadilla de Abona y Las Galletas en Arona. Le sigue Gran Canaria con tres estaciones, La Palma con otras tres, Fuerteventura con dos, Lanzarote con una y La Gomera con otra. En este contexto, Canarias se encuentra al mismo nivel que regiones altamente industrializadas como el valle del Po en Italia o ciertas áreas de Europa Central y del Este.
Canarias a la cabeza de España en peor calidad de aire para respirar
El polvo sahariano que llega a Canarias tiene un impacto directo sobre la salud pública. Según explica Sergio Rodríguez, investigador del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del CSIC y responsable del Laboratorio de Calidad del Aire de Canarias, las concentraciones extremas de partículas pueden alcanzar hasta 1.800 microgramos por metro cúbico, cuando el umbral legal se sitúa en los 50 µg/m³.
Estudios recientes relacionan incrementos de apenas 10 µg/m³ con un aumento del 2% en la mortalidad cardiovascular, lo que pone de manifiesto la gravedad del asunto en las islas, donde la población expuesta es sensible y numerosa, especialmente ancianos, niños y personas con enfermedades respiratorias.
Mientras que ciudades como Madrid o Barcelona han enfrentado procedimientos judiciales por sus excesos contaminantes, Canarias ha evitado sanciones por la naturaleza externa del origen de sus partículas. Aun así, Miguel Ángel Ceballos, portavoz de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción, advierte que esto no exime a Canarias de adoptar políticas de salud pública más contundentes. Según él, “aunque el polvo venga del Sáhara, no es inocuo. En Canarias deberíamos tener un protocolo más estricto para proteger a la población en episodios de calima extrema”.
La calima en las islas ha cambiado con el tiempo. Si bien los episodios han disminuido en frecuencia, su intensidad ha aumentado, lo que obliga a replantear la respuesta institucional. Actualmente, el sistema de avisos y alertas en las islas se basa en recomendaciones y medidas genéricas. Pero expertos como Ceballos proponen incluso confinamientos preventivos para las personas vulnerables cuando los niveles de partículas superen ciertos umbrales, un enfoque que podría marcar un antes y un después en la gestión del aire en Canarias.
La Unión Europea ha respondido a la evidencia científica endureciendo sus límites de contaminación atmosférica. A partir de 2030, los Estados miembros deberán reducir el número máximo de superaciones anuales del límite de PM10 de 35 a 18. Además, el valor anual pasará de 40 a 20 µg/m³, muy por encima de los 5 µg/m³ que recomienda la OMS. Para Canarias, estos cambios significan un reto doble: continuar exenta de infracciones por causas naturales, pero sin bajar la guardia en la protección de la salud pública.
La paradoja de Canarias con la calima es que, a pesar de sus cifras alarmantes en PM10, presenta buenos indicadores en otros contaminantes como PM2,5, dióxido de nitrógeno y ozono. Esto evidencia que el problema no es estructural ni permanente, sino episódico y vinculado a eventos naturales. Sin embargo, su impacto es real, recurrente y de efectos acumulativos, lo que obliga a diseñar estrategias específicas para Canarias, que no pueden simplemente copiarse de otras comunidades autónomas o regiones del continente.
La población de las islas se enfrenta a un dilema constante: vivir en un paraíso climático que, en determinadas circunstancias, se transforma en una trampa respiratoria. Con el cambio climático exacerbando los fenómenos extremos, las autoridades de Canarias deberán reforzar la red de vigilancia, mejorar los protocolos de actuación y concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de protegerse durante los episodios de calima, incluso cuando estos sean breves.
La singularidad de Canarias como punto de entrada de polvo africano en Europa ha sido reconocida en múltiples estudios científicos y por instituciones comunitarias. Pero esa singularidad no puede traducirse en complacencia. Al contrario, exige una respuesta ajustada, proporcional y basada en la evidencia. El aire de Canarias no siempre es limpio, y el derecho a respirar sin riesgo es tan válido en el Archipiélago como en cualquier otro punto del continente.
El nuevo marco regulador europeo obliga a todos los Estados miembros a revisar sus políticas de calidad del aire. Para Canarias, eso se traduce en una oportunidad de liderar la adaptación a un entorno que es único en su tipo. Convertirse en referente de cómo convivir con fenómenos naturales adversos, proteger la salud y cumplir con los compromisos internacionales será, sin duda, uno de los mayores desafíos medioambientales y sanitarios de los próximos años .