Este lunes 5 de octubre era el aniversario de boda de Sonia Sainz-Maza Zorrilla. No hubo celebración familiar porque esta mujer, de 48 años, murió en agosto de cáncer después de esperar durante tres largos meses a que su médico de cabecera le diese una cita presencial en el Centro de Salud de Espinosa de los Monteros (Burgos).
“Mi hermana y yo teníamos una relación estrecha y me trasladó continuamente su preocupación: estaba desesperada porque no se encontraba bien y no le daban cita en Atención Primaria”, resume dolida Lydia, porque su hermana mayor nunca llegó a ser atendida en persona por su médico y por ello considera que la han privado de la oportunidad de pelear contra el tumor que le acabó costando la vida. “Sonia perdió un tiempo crucial”.
“Su marido está destrozado: este lunes habrían cumplido 18 años de casados”, subraya Lydia a EL ESPAÑOL. Su hermana mayor, Sonia, comenzó a perder peso y a padecer dolores en la pierna izquierda en el mes de abril: “Tenía un dolor en la ingle que ella asociaba a un tirón, pero realmente eran los primeros síntomas del cáncer de colón que padecía sin saberlo”. El día 17 de abril llamó a Atención Primaria para informar de esa dolencia para que la viese su médico de familia: “Le dieron cita telefónica porque estábamos en pleno estado de alarma”.
A partir de ese momento comenzó el desesperante periplo de Sonia con su centro de salud. Cada semana llamaba, llamaba y llamaba. Pero a esta burgalesa no le daban cita presencial mientras empeoraba su sintomatología. “A pesar de todo no dejó de acudir a su trabajo en la residencia de ancianos de Espinosa de los Monteros: era una persona muy trabajadora, alegre, jovial, y con un carácter guerrero que le impedía dejar tirados a los ancianos en plena pandemia de coronavirus”. En estas instalaciones ubicadas en su localidad natal la buena de Sonia llevaba contratada cinco años: su muerte ha dejado muy tocados tanto a sus compañeros como a los usuarios de las instalaciones.
Puedes leer el reportaje completo en EL ESPAÑOL aquí