La detección de «signos positivos» no implican necesariamente que esté más cerca el final de la erupción, matizan desde el Instituto Geográfico Nacional (IGN).
«Todavía es pronto para anticipar el fin», señala a Efe Ithaiza Domínguez, sismólogo del IGN, quien recalca que tanto el tremor volcánico como la emisión de dióxido de azufre (SO2) «han descendido a valores de mitad de octubre con la erupción de La Palma más estable».
Sobre la afirmación realizada por su colega Carmen López, portavoz del comité científico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), de que hay «signos positivos» por la remisión de estos valores, Domínguez insiste en que lo son pero porque disminuye la actividad respecto a los últimos diez días, cuando «aumentó enormemente».
«Nadie ha dicho que sea al final», asevera Itahiza Domínguez en las redes sociales.
Lo que Carmen López dijo ayer miércoles tras la reunión del Pevolca fue que esos «signos positivos» han de consolidarse en los próximos días para poder pensar que estén anticipando que el final de la erupción está más cerca.
Afirmó que la evolución de los datos del tremor y de las emisiones SO2 «son signos positivos, no hay duda», pero siguen siendo «valores muy altos», aunque «si seguimos en ese camino, iremos bien».
Itahiza Domínguez abunda en que estos altibajos en la actividad volcánica ya se han producido antes durante el proceso eruptivo que comenzó el 19 de septiembre.
Indica que el nivel de emisiones de SO2 y el tremor «son parecidos» a los de la primera mitad de octubre, cuando la actividad «era más tranquila, entre comillas».
Luego llegó «el subidón» de actividad a partir del 22 de octubre, que alcanzó su punto álgido el 24 con explosiones, emisión de piroclastos y ceniza, así como de abundantes ríos de lava tras la última gran refonfiguración del cono eruptivo.
El tremor se mantuvo alto hasta hace apenas dos días, cuando ha empezado a descender.
Según el último reporte del IGN, la amplitud de la señal del tremor volcánico se mantiene en «niveles menores, sin pulsos de intensificación».
«Lo positivo», recalca Itahiza Domímguez, «es que bajamos de esos niveles tan altos. Eso es bueno, pero ya tuvimos una fase parecida durante muchos días. No sabemos si se mantendrá o seguirá bajando, o si por el contrario habrá una nueva subida».
En cuanto a la sismicidad, apunta que en principio «parece» que ha descendido la frecuencia de los temblores, pero los está habiendo de mayor magnitud, lo que es sinónimo de que la energía sísmica «sigue siendo alta».
Y aún en el caso de que desapareciera o bajara mucho, «no sabríamos si habría visos de que vaya a acabar», añade Domínguez, quien recuerda que en el volcán submarino Tagoro, en El Hierro, la sismicidad decayó notablemente pero la erupción duró varios meses más.