Las siete luces de la Isla

Tenerife es el territorio del archipiélago canario que cuenta con más faros; el de Anaga es el más antiguo: fue construido en 1863 y aún funciona

[su_note note_color=”#d0d3d5″ radius=”2″]POR Amparo Bricio / Lorena Cerdeña[/su_note]

Desde que el ser humano inventó los navíos se vio en la necesidad de orientarse en la infinidad del océano: usaba brújulas, observaba la posición de las estrellas… Pero, ¿cómo sabía cuándo llegaba a tierra firme? De este trabajo se encargaron las primeras señales luminosas: los faros. En el archipiélago canario, Tenerife es la isla que cuenta con más instalaciones de este tipo, ya que posee siete, una más que Gran Canaria y Fuerteventura. Todas estas instalaciones están gestionadas por la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife y se encuentran distribuidas por todo el contorno insular. De esta manera, se ubican en la Punta de Teno, Buenavista del Norte, Puerto de la Cruz, Punta del Hidalgo, Anaga, Punta de Abona y Punta de Rasca.

Cada faro es diferente tanto por fuera como por dentro, debido al momento en que fueron construidos y la mecánica que se utilizaba por aquel entonces. En un comienzo eran de piedra y hoy en día se utiliza el hormigón armado para evitar la agresión marina, pero cumplen el mismo objetivo: servir de guía con su luz a quienes navegan por el mar. Todas las torres tienen el sistema de telefaro, o telecontrol de faros, este se encarga de establecer cuándo se enciende la luz, cuándo se apaga, la velocidad a la que gira o si hay una avería.

Ninguno está habitado en la actualidad, pese a que antiguamente sí fue así. Sin embargo, son supervisados y mantenidos por los técnicos de la Autoridad Portuaria. Para que los barcos distingan uno de otro, cada cual tiene su propio intervalo de tiempo entre destello y destello. Por ejemplo, el de Anaga tiene dos más cuatro cada 20 segundos. Nunca se verá una torre que los emita en el mismo período, al menos no en la misma comunidad autónoma. De forma que así los capitanes de los buques, al saber en qué región se encuentran, tan solo tienen que observar la frecuencia de emisión de cada resplandor para averiguar en qué parte de la misma están.

El Roque Bermejo acogió en 1862 la primera torre que facilitó la travesía a los viajeros. Esta localización de Anaga es una de las más complicadas de acceder, pues es necesario caminar varios kilómetros atravesando senderos montañosos, asimismo, es de las más aisladas y abruptas. La señal luminosa comunica con una vivienda anexa, equipada con todo lo necesario, en la que los fareros residían en los inicios de la navegación. Para la construcción de esta edificación, que data de la época de Isabel II, se trajo en barco piedra extraída de unos acantilados cercanos a la baja de La Mancha, en Santa Úrsula, y se completó con hierro fundido. Este lugar que desborda tanta tranquilidad es uno de los pocos faros que se conservan intactos y sin ninguna modificación importante. Asimismo, es el único que no ha sido sustituido por otro más nuevo. En un principio, su lámpara funcionaba con aceite de oliva. Más adelante se utilizó petróleo, hasta que finalmente en diciembre de 1992 se eliminó este combustible y se empezó a trabajar con energía eléctrica. Si algo fallara, existe la posibilidad de poner en marcha el sistema de cuerda de relojería que aún permanece y le da una duración luminosa de ocho horas. A pesar de la baja altura de su torre (14 metros aproximadamente), que la convierte en la más pequeña de la isla, es el que se encuentra en el lugar más elevado: a unos 200 metros sobre el nivel del mar. Además, es el más importante al ser de primer orden. Esto significa que cuando un buque llega a las costas tinerfeñas ve sus destellos antes que los de ningún otro de la Isla. Su luz alcanza las 21 millas náuticas, o unos 34 kilómetros, por lo que también es el ganador en esta categoría.

Unos años más tarde, en 1893, culminó la construcción del faro de Teno, situado en la punta del mismo nombre. Mediante bloques de gran tamaño hechos de piedra y que habían sido labrados se dio forma a esta construcción que no dejó de prestar sus servicios durante años. Sin embargo, hacia 1975 se aprobó un proyecto de mejora de las señales marítimas de España y tres años más tarde entró en funcionamiento una nueva torre que usaría métodos más modernos. El primero fue el sistema Dalén giratorio de gas acetileno. Mediante él se abría y cerraba el paso del fluido para que se produjeran destellos cuando se situaba una llama cerca de la salida del acetileno. Estos se producían en menos tiempo que con los métodos anteriores. De esta forma era más fácil identificar que aquello era una señal, pero esta práctica se abandona el 13 de diciembre de 1996 y es sustituida por la red eléctrica. Es considerado uno de los más bonitos por el paisaje que le acompaña: una vista agreste desde donde se puede observar el acantilado de Los Gigantes, ver rocas volcánicas y el precipicio. El edificio antiguo no ha sido destruido y se ha planteado establecer en él una escuela-taller o un museo.

Algo semejante pasó con el faro de Punta de Abona, que también quiso aprovecharse para alojar un museo y un restaurante. Esta señal se construyó hacia los años 1898 y 1899 para llenar el hueco que existía entre el faro de Anaga y el de Punta Rasca. Durante toda su vida activa no se le hizo modificación de ningún tipo hasta que en 1976 se sustituyó por otra más moderna. Además ha sido restaurada recientemente. Entró en servicio tras dos años de ser levantada y 20 años más tarde comenzó a funcionar con electricidad.

Al igual que en Punta de Teno, en Punta Rasca (Arona) se erigen dos faros: el actual construido en 1978 que está en pleno funcionamiento, y su antepasado nacido entre 1893 y 1895. El más reciente se realizó bajo el mismo proyecto que el de Teno, con el fin de aumentar su alcance geográfico y óptico. El activo funciona con 16 paneles solares, debido a varios inconvenientes a la hora de instalar la red eléctrica. Por este mismo motivo tardó siete años tras su edificación en entrar en servicio. Estos paneles cargan las baterías para que pueda emitir su luz. Una peculiaridad de esta torre es que se ha establecido como estación DGPS, que se encarga de proporcionar una mayor precisión en la posición calculada por los GPS mediante correcciones de los datos que recibe por satélite. Junto con el de Punta Lantailla, en Fuerteventura, da cobertura a todo el archipiélago canario.

En la otra punta de la Isla, sobre el acantilado de la ensenada del Cansado, se alza una luz en la cima de un levantamiento de entre 40 y 46 metros de altura, siendo el segundo más alto de la Isla: el faro de Buenavista. También obtiene la segunda posición en cuanto a puesta en marcha, ya que tardó seis años en empezar a funcionar desde que se construyó en 1991, por detrás del de Punta Rasca. Muy igualado con el faro de Anaga está su alcance en millas náuticas: unas 20 o 21. Cuenta en su interior con un ascensor y unas escaleras de caracol exteriores que recorren todo el faro. Con 50 metros de altura, le supera el que se encuentra en Punta del Hidalgo, perteneciente a La Laguna. Este levantamiento se terminó de construir en diciembre de 1992, por lo que es el más reciente. No solo destaca por su impresionante elevación, sino por su singular apariencia debido a que los muros se muestran a diferentes niveles. Se concibió como un cuerpo mineral formado por cristales asociados simétricamente que surge del interior de la tierra, de ahí su peculiar y artística forma que insinúa una proa hacia el mar. Esta torre fue elegida como ubicación ideal por el Instituto Meteorológico para la instalación de equipos que miden la calidad del aire.

Por último, el del Puerto de la Cruz, situado entre las puntas conocidas como Las Tunitas y El Penitente, en la localidad más turística de Tenerife, se encuentra en un puerto pesquero antiguo. Entró en servicio cuatro años después de su construcción en septiembre de 1992. La instalación dispone de los elementos fundamentales para almacén, alojamiento de baterías y aseo para el personal de mantenimiento. Se ha construido la cubierta del edificio de manera que pueda ser visitada. Su diseño es cuadrangular, con trazos rojos y blancos en su interior, estos evocan el estilo de las torres antiguas solo que con un concepto más moderno.

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