El Cister llora la ausencia de su madre superiora, Sor Bernardita

Sus hermanas y la actual responsable del Monasterio en Breña Alta, la recuerdan como una mujer fuerte, creativa y defensora de la vida comunitaria y de la familia como institución
Imagen del Monasterio del Císter en Breña Alta, fundado por Sor Bernardita junto a otras once monjas en 1946. | DA

El reciente fallecimiento de Sor Bernardita, la madre superiora del Monasterio del Cister en Breña Alta hasta que su salud se lo permitió, y después de una vida dedicada a los demás como monja de clausura desde 1940, ha dejado un profundo vacío entre sus hermanas y entre la comunidad religiosa de La Palma, donde era muy conocida y querida por su fortaleza y por su alegría, por su compromiso con la iglesia y por su amor por la vida monástica, a la que se entregó desde que cumplió15 años. Sería seis años más tarde, en 1946, cuando llegó a La Palma junto a otras once religiosas para fundar el Cister.

Tras los muros del Monasterio, Sor Rosario, hermana de Sor Bernardita, y Sor Rosa, reciben a este periódico para recordar la figura, la trayectoria y los méritos de esta mujer que siendo una adolescente tenía la certeza de que quería dedicar su vida a Dios a través de la oración.

Reina el ambiente austero entre estos muros, pero tanto en Sor Rosario como en Sor Rosa, predomina una aire optimista, especialmente si recuerdan aspectos de la vida de Sor Bernardita tan significados como su interés por la creación artístitica y especialmente por las artes escénicas, lo que la llevó en el año 60 a construir con sus propias manos los elementos necesarios para la representación de los Enanos de la Bajada de la Virgen, un número que ofreció en el Monasterio al entonces presidente de la orden cisterciense.

Sor Rosa se emociona al recordar: “La encontré cuando llegué aquí hace ya muchos años; siempre caminé con ella y se mantuvo en pie hasta dos meses antes de su fallecimiento. Fue durante toda su vida una persona muy comunitaria, quería ser útil a la comunidad y a la vida religiosa durante 73 años”. En el Monasterio del Cister, cuya ultima remodelación y creación de un nuevo edificio se llevó a cabo en el 2000, hay una lugar para cada cosa y un momento para cada una de sus obligaciones, desde la elaboración de dulces para su posterior venta a la oración, el acompañamiento a enfermos, o el apoyo a obras de caridad. Sor Bernardita, que fue pilar de esta comunidad católica durante más de siete décadas, recordaba en la recta final de su vida que nunca se había cansado, y que volvería a dedicar cada minuto de su vida a lo mismo si volviera a nacer.

De una familia de siete hermanos, dos de ellos dedicados a la vida religiosa, Sor Bernardita tenía preocupación por la emigración y la pobreza pero especialmente por el pilar de la familia como institución, dado que, recuerda Sor Rosa, “es en la familia desde donde se puede proteger mejor a los niños, si eso falla es el menor el que queda desprotegido”.

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