¿Nepotismo?

Han colocado, como jefe del Gabinete del alcalde de La Laguna, a un hermano de Carlos Alonso, presidente del Cabildo. Con tantas personas valiosas que hay en la Isla para el puesto, van y meten a un enchufado

Han colocado, como jefe del Gabinete del alcalde de La Laguna, a un hermano de Carlos Alonso, presidente del Cabildo. Con tantas personas valiosas que hay en la Isla para el puesto, van y meten a un enchufado. Estoy a punto de descubrir una maniobra muy fea de Alonso -el del rizo- contra una empresa señera de Tenerife, en colaboración con un personaje que está medrando en todos los fregados de Coalición Canaria. En fin. El profesor González Vicén siempre decía que, al fin y al cabo, hacer el amor era cosa de un calambre y que, por ello, no valía la pena correr demasiados riesgos. Todavía recuerdo al profesor Vicén, tan admirado por tantos y por mí, narrar la muerte de Sócrates con lágrimas en los ojos, desde la tribuna de su aula de Derecho.

Vicén se transformaba, dejaba de ser catedrático para convertirse en actor. Era un monstruo de la escena y de la cátedra. Yo lo recuerdo con muchísimo cariño y respeto, incluso enfaginado con el inolvidable profesor Hernández-Rubio en el Alaska, los dos rebosantes de ginebra. Una vez estaba yo en el bar de Salvador, en el viejo edificio de la Universidad, leyendo La Hoja del Lunes y don José María Hernández-Rubio se sentó a mi lado. Me miró y dijo: “¿Sabe usted por qué ese periódico es el más interesante del mundo?”. “No, don José María”. “Pues porque no dice nada”. Tampoco nadie ha dicho lo del hermano de Alonso. Una vez, en clase, gritó: “¡Silencio, que aquí no hay más cojones que los míos!”. En esto que se levanta un alumno de la fila quinta y dice: “¡Y los míos, don José María”. A lo que el profesor respondió: “Bueno, y los de ese señor”.

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