En Mi vida sin mí, de Coixet, ante la inminencia de su muerte Ann opta por abrirse a capítulos no explorados de su existencia; y, para no incurrir en olvidos, hace una lista con las cosas que no quiere dejar de hacer antes de desaparecer. En La vida sin él, que el PP canario empezó a rodar el viernes, está por ver si José Manuel Soria tiene o no una lista con las cosas que quiere hacer antes de terminar de irse y, sobre todo, falta saber si en el partido serán capaces o no de abrirse a capítulos no explorados. Tienen en la crisis desatada con la caída del ministro -que requiere un análisis aparte; mañana, pongamos- una excelente oportunidad para hacer en las Islas la transición que el partido quiere y no puede emprender en el resto del país.
España necesita un buen PP, y Canarias también. Saben ahí dentro que la situación del PP invita a apagar y volver a encender, reconocen que el desgaste impone pasar del viejo PP al nuevo PP; y aquí, en las Islas, quien reúne las condiciones para ponerse al frente de ese proceso es Asier Antona. Se equivocan quienes cargan anónima y torpemente contra quien puede abrirles las puertas del partido al crecimiento y la centralidad que anuncia el carácter afable, conciliador y razonable de Antona. Al caer Soria decae el PP de las Islas como interlocutor ante el Estado; así que más les vale cerrar el melón de la sucesión con inteligencia, sin guerrillas. Antona debe hilar fino, dosificar su protagonismo, sumar. No se lo pondrán fácil. Conozco a Asier, y se merece que le dejen pasar página, liderar, demostrar al PP canario que La vida sin él puede gestionarse no como un problema sino como una oportunidad.