Tocado

Juzgados de primerísima instancia, con larga trayectoria en procedimientos rápidos y poco dados a recursos de amparo o revisiones de sentencia, las barras de los bares son, junto al ejecutivo, legislativo y judicial

Juzgados de primerísima instancia, con larga trayectoria en procedimientos rápidos y poco dados a recursos de amparo o revisiones de sentencia, las barras de los bares son, junto al ejecutivo, legislativo y judicial, el quinto poder del Estado (a efectos prácticos, el peso del cuarto poder, el de la prensa, depende de su mayor o menor penetración en este quinto). Ni siquiera la competencia sobrevenida de las redes ha mermado la influencia que los bares tienen en el ámbito social y, sobre todo, político. Entre servilletas de papel, tapas y cañas el jurado popular dirigido por los habituales (líderes de opinión, y expertos en lo que toque) dicta sentencia sin marcha atrás y sin detenerse en el fondo de los asuntos. Es ahí, en la barra del bar, donde José Manuel Soria se la juega. Y no lo tiene fácil. No le será sencillo porque, justa o injustamente, al igual que pasó con las tarjetas black, los papeles de Panamá han aterrizado con fuerza en la barra del bar, y allí, junto a la máquina de café, a golpe de titulares, a quienes asoman en los papeles les aplican la presunción de culpabilidad. El problema de Soria no está en Panamá, tampoco en Bahamas. Donde se la juega es en los bares. Ahí es donde sus opciones de repetir como ministro pueden decaer (si el PP vuelve a gobernar; y por ahí van los tiros). Hace bien dando la cara, y tiene derecho a demostrar lo que dice; pero, ¿será suficiente? Soria debe despejar dudas y convencer; de lo contrario quedará tocado y otros aspirantes del PP, de los que no se habla en la barra del bar, lo tendrán mejor para sentarse en el próximo Consejo de Ministros. Está tocado, sí, pero no hundido.

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