Allá por los finales de los 50 recaló sir Winston Churchill en Tenerife, a bordo del Christina, el yate de Aristóteles Onassis que dicen que tenía los grifos de los baños de oro. Vino con el citado magnate griego, lady Clementine, un escolta de Scotland Yard y varios amigos. Cuenta Paco Pérez, en un artículo que aparecerá en estos días en El Diario de Tenerife.com, que el cronista social Domingo García González, más conocido como Domingo de Laguna, ofreció, y éste aceptó, su brazo a Churchill cuando ambos bajaban las escalinatas del Lido San Telmo portuense, con dirección al coche del Cabildo, que les esperaba en la plaza aledaña. Dice Paco Pérez que yo tengo esa foto en mi archivo, tomada por el inolvidable Imeldo Baeza.
Y efectivamente la recuerdo, aunque no la encuentro, pero sí quedó plasmada en uno de mis libros. Domingo de Laguna era un personaje peculiar que una vez, para aprobar un examen en la Escuela de Periodismo de Madrid, logró hacer una entrevista a don Pío Baroja. El profesor no quería aprobarlo -en realidad, el aspirante a periodista era un matado- y le impuso como tarea imposible la entrevista. Y se la hizo. Y la reflejó luego en un libro horroroso. Cuando el escritor se dio cuenta de que quien le entrevistaba era prácticamente analfabeto lo echó a patadas de su casa, pero el profesor tuvo que ponerle una nota favorable. En este momento ejercen la profesión en esta isla gentes mucho más brutas en la escritura que el bueno de Domingo de Laguna, fundador y director de Canarias Gráfica, que fue la revista social más surrealista del mundo.