Todos en Fuerte Tiuna

Hace tiempo que el presidente Maduro no duerme en el palacio de Miraflores, ni en la residencia oficial de La Casona, que ha cedido a las hijas de Chávez para sus veladas nocturnas y sus juergas.

Hace tiempo que el presidente Maduro no duerme en el palacio de Miraflores, ni en la residencia oficial de La Casona, que ha cedido a las hijas de Chávez para sus veladas nocturnas y sus juergas. Maduro y su mujer, Cilia Flores, duermen en el complejo militar de Fuerte Tiuna, el mayor acuartelamiento de Venezuela, lleno de comodidades (tiene bancos, lagos, parques infantiles, enormes economatos donde no falta de nada y la máxima seguridad). Pero es que, poco a poco, todos los representantes de los poderes, temerosos de lo que pueda ocurrir con un pueblo hambriento y soliviantado, han buscado cobijo en la instalación militar. La última ha sido Gladys Gutiérrez, presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, vendido al chavismo, que ha pedido una residencia para ella y su familia en el cuartel. Y también otros miembros de la Sala Constitucional del alto tribunal venezolano, encargado de desposeer de sus atribuciones a la Asamblea Nacional, por orden de Maduro, de Diosdado y quién sabe si de Cuba. El ministro de Defensa, general Padrino, está desbordado; no sabe qué hacer. Sí sabe que, tarde o temprano, las Fuerzas Armadas tendrán que respetar la legalidad que el régimen chavista niega al pueblo de Venezuela. La presión internacional crece. Los datos de la OEA parecen concluyentes: Maduro no ganó las pasadas elecciones, sino Henrique Capriles. El escrutinio ha sido revisado al milímetro, como decíamos ayer. Está empezando a cundir el pánico entre la clase dirigente venezolana y todos buscan el refugio del gran complejo militar. No se fían ni de sus guardaespaldas.

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