El poder y los poderes

Poco antes de celebrarse las últimas elecciones generales, surgen de la nada y se publican las grabaciones de unas conversaciones privadas del ahora ministro del Interior en funciones en su propio despacho

Poco antes de celebrarse las últimas elecciones generales, surgen de la nada y se publican las grabaciones de unas conversaciones privadas del ahora ministro del Interior en funciones en su propio despacho. Unas conversaciones en las que estaba a solas con su interlocutor y, lo que es peor, que se remontan a dos años atrás. En otras palabras, que han sido guardadas cuidadosamente todo este tiempo, a la espera de que fueran útiles, por ejemplo, para alterar unos resultados electorales. Se trata de unas grabaciones que solo pueden proceder de la propia policía, del interior del Ministerio, y de las cuales decir que causan una alarma social extrema es decir poco: si el responsable del control es controlado, eso significa que el poder real no está en los gobernantes que elegimos democráticamente, y que los llamados poderes fácticos de hecho campan por sus respetos en la escena política española. Siempre se ha hablado del poder económico, de la banca y otros, pero esto es mucho más grave. Los atentados del 11M ya mostraron a los españoles lo que es una vía criminal para alterar los resultados de unas elecciones. Todavía estamos esperando su esclarecimiento, porque, pruebas destruidas y rupturas de la cadena de su custodia mediante, la sentencia sobre los mismos es sencillamente increíble. Y no es casualidad que la juez que intentó reabrir el caso se encuentre ahora en una difícil situación personal, acosada por algunos de sus propios compañeros. Por si fuera poco, cuando la selección española de fútbol concurre al último Campeonato de Europa, y lo hace en medio de una polémica sobre su portero titular, surgen también de la nada, y se publican, unos mensajes telefónicos de una testigo protegida, mensajes incluidos en un sumario sobre un presunto caso de prostitución de menores que involucra al portero. Un presunto caso de hace cuatro años y en el que el portero en cuestión no es acusado, ni siquiera por el Ministerio Fiscal. Pero la confusión y el sensacionalismo permanecen. Los jueces y los tribunales dirán lo que tengan que decir al respecto, pero parece que los poderes de hecho no se conforman con alterar los resultados electorales y les interesa el mundo de las apuestas deportivas. Y que los sumarios judiciales, secretos o no, están a disposición de esos poderes durante muchos años. Demasiados déficits para la amenazada democracia española.

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