¿Quiere bailar la Virgen de las Nieves?

Es imposible que la Virgen de las Nieves responda, sin embargo, seguro que lo puede hacer a través de quienes la veneran y salvaguardan en su comunidad parroquial, y por medio de aquellos que en la Madre de las Nieves encuentran el reflejo y vida del ser cristianos

Es imposible que la Virgen de las Nieves responda, sin embargo, seguro que lo puede hacer a través de quienes la veneran y salvaguardan en su comunidad parroquial, y por medio de aquellos que en la Madre de las Nieves encuentran el reflejo y vida del ser cristianos. Así y todo, no les parece que, tal como andan las cosas, es un poco incoherente pararse a buscar respuesta a algo que ya la tiene, y que el propio conocimiento de la fe y el hecho religioso nos lo dan. La respuesta que yo doy es bien sencilla, y quizás por ello atrevida: “la tradición merece todo nuestro respeto y acatamiento, pero no se debe confundir esto con cualquier expresión cultural de la época, o un capricho religioso, sin soporte de fe, ni vinculación con la escritura o la tradición apostólica. La tradición no es cualquier manifestación cultural”. Textos, como este anteriormente citado, se encuentran en diferentes estudios teológicos sobre el hecho religioso y el concepto tradición.

Quizás, haya que ir más allá. Nos hemos parado a pensar cuál es el sentido real de tradición: “La tradición es una característica común a todas las sociedades, y prácticamente lo que mantiene su continuidad es la circunstancia de que va de generación en generación. Tradición viene del latín ‘traditio’, que significa transmisión. En este caso, las tradiciones religiosas se van transmitiendo a través del tiempo”. Esta clara explicación la he sacado de unos apuntes de la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica, DECA, curso que realizan todos los profesores de Religión en España.

Cuando se preparan unas fiestas patronales, conviven dos entes, uno el de los vecinos y otro el de la entidad religiosa que ha de velar por el cuidado de las tradiciones que se marcan dentro la propia Iglesia. Es decir, los vecinos organizan todo el elenco de actos culturales y de ocio, y la Iglesia, en este caso en la mayoría de los barrios y pueblos de España, es responsable del cuidado de que se realicen los diferentes cultos marcados para la veneración del santo o santa.

Dicho lo anterior, por poner un ejemplo cercano, les invito a que vayan a la noticia que publicaba nuestro DIARIO DE AVISOS, como se hicieron eco otros distintos medios regionales, en la que se informa sobre un suceso acontecido estos últimos días de agosto en el barrio de La Zamora, Los Realejos, Tenerife. Y mi interrogante va más allá, dónde está la noticia, en que una comunidad religiosa, un grupo parroquial quiera realizar su procesión religiosa, tal como marca el orden habitual procesional, o en que a alguien hace 35 años se le ocurriese proponer que la Virgen de las Nieves tiene que ser bailada por los portadores de la imagen al ritmo del Pasodoble Islas Canarias. Lo normal dentro de lo religioso es sacar en procesión a la Virgen de las Nieves, y cuando la procesión vuelva, pues en ese momento, y no otro, vecinos y amigos podrán bailar lo que les apetezca, o sencillamente, si lo prefieren lo podrán hacer durante la procesión, pero sin meter a la Virgen en dicho baile. El Hierro es una evidencia de esto, la Virgen de los Reyes recorre varios kilómetros en una bajada y los danzarines, al son de chácaras y tambores, cantan y bailan a su alrededor. Ambos sentidos, el de tradición cristina, la procesión en sí, y el de costumbre cultural, se unen, pero ninguno daña al otro.

En La Zamora, sí se está dañando el sentido religioso de la procesión, se hace, por lo que se recogen en distintas informaciones, desde hace unos 35 años, y se ha hecho equivocadamente. Probablemente, se esté haciendo de igual forma, y mal, en otros pueblos, se confunden al mezclar las tradiciones religiosas con las costumbres populares, las que pueden convivir, pero no dañar la una a la otra.

Hay otra cosa que me sorprende, probablemente por ignorancia, y es la poca capacidad que a veces surge entre nosotros, unos y otros, otros y unos, para ponernos de acuerdo en algo tan sencillo, es decir, que se fomente entre nosotros el respeto y la convivencia, sin embargo vuelve a aparecer esta vez en Los Realejos. No sé. A nadie se le ocurriría ponerse a tirar cohetes alrededor de una mezquita, mientras dentro de ella se ora, eso lo llamarían romper con el espacio de oración de un grupo de personas que tienen derecho a ello. O a ninguno de nosotros nos parecería lógico, dar saltos dentro de una sinagoga, en momento de culto o no. Pero nos hemos acostumbrado a tomarnos a la ligera las tradiciones de nuestra religión más cercana y con la que convivimos hace bastantes siglos, y nuestras últimas generaciones, hasta hace algunos lustros.

Ahora se acerca El Cristo de La Laguna, un momento religioso que marca ya también historia y mucha convivencia entre la tradición y las costumbres culturales. No he visto nunca que El Cristo salga en procesión mientras hay un concierto de rock en la plaza, ni siquiera de la sinfónica, ni de Los Sabandeños; ni que se acompañe a la imagen del Cristo con ningún tipo de música irreverente y bailes majestuosos. Aunque lo que sí he visto, yo y el resto de los mortales que por allí pululan, es que conviven durante dos semanas manifestaciones culturales y tradiciones cristianas. Eso se llama convivencia, probablemente todavía debamos seguir insistiendo en que el fenómeno de la convivencia se extienda, incluso hasta La Zamora, en Los Realejos.

Por cierto, en La Palma, la Virgen de las Nieves baja cada cinco años, primero el trono y luego ella misma. Palmeros y visitantes la traen hasta Santa Cruz de La Palma. Hay muchas parrandas, pero la Virgen baja con toda la devoción y el arrope cristiano que le quieren brindar, no se confunden ni tradición ni costumbres. Es bien sencillo, se ha mantenido el respeto a la tradición religiosa de Las Nieves, y mantener el buen hacer de las costumbres culturales.

Amigos, arreglen eso y dejen a la Virgen de las Nieves que disfrute de sus fiestas, pero en convivencia, de tradición y costumbres culturales.

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