Yo soy socialista

Van a cumplirse casi 30 años desde que, muy joven, me afilié al Partido Socialista. Soy socialista y lo seguiré siendo hasta el fin de mis días

Van a cumplirse casi 30 años desde que, muy joven, me afilié al Partido Socialista. Soy socialista y lo seguiré siendo hasta el fin de mis días y seguiré defendiendo las ideas socialistas hasta el último suspiro, aunque suene un poco melodramático. Durante estos años he vivido tiempos buenos y de alegrías, como cuando Felipe González ganó las primeras elecciones, y momentos tensos cuando su gobierno empezó a dinamitarse con escándalos que nos sumieron en la vergüenza.

He participado en congresos socialistas en los que mi partido era una piña y encaraba el futuro con tanta ilusión como entusiasmo y asistido a convenciones traumáticas, celebradas a cara de perro entre los candidatos hasta, en el caso nacional, la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero. O en el ámbito de Canarias, el congreso, muy duro, que ganó Juan Carlos Alemán.

Tiempos buenos, en el Gobierno o en la oposición; tiempos duros, muy duros, también en el Gobierno y en la oposición. Mociones de censura a Jerónimo Saavedra y a José Segura -no sé por qué, la suerte de La Laguna y del Parlamento canario han ido muchas veces de la mano-, incumplimientos flagrantes de acuerdos, traiciones políticas, la salida de Santiago Pérez, un político con mayúsculas, del Partido Socialista; la llegada y el exilio de Juan Fernando López Aguilar, ser del equipo que ayudó a ganar las primarias a Pedro Sánchez y formar parte de su Ejecutiva Federal… Treinta años de militancia dan para mucho.

Pero si tenía claro que el socialismo me acompañaría toda la vida, hay un hecho -que nunca he contado- que marcaría mis convicciones y mi decisión firme de defender los valores de este partido por encima de los momentos buenos o los malos o los regulares.

Hace muchos años ya, estando en Madrid, fui testigo de un atentado en la sede socialista donde me encontraba, afortunadamente sin víctimas, porque fuimos desalojados del edificio a tiempo. Muchos otros compañeros no corrieron esa suerte, en otros escenarios que todos tenemos presentes en la memoria. Si el terror no nos impidió seguir siendo socialistas, no hay nada que, en mi caso, logre que claudique de mis ideales, de mis valores y de mis principios. Ni siquiera un expediente de expulsión.

Es fácil caer en la demagogia cuando se está en la oposición. Lo difícil es aplicar esas ideas cuando se está en el Gobierno. Aún, cuando la defensa de esos principios conlleve que se vulneren los propios. La mejora de las condiciones de vida de las personas es recompensa más que suficiente para el que se define como socialista. Y yo soy socialista. Me van a permitir que me sienta orgulloso, como socialista, de tres pequeños -solo tres- acontecimientos de mi gestión en el Ayuntamiento de La Laguna. La primera, lograr que el humilde barrio de Las Palomas dispusiera de luz eléctrica después de un largo peregrinaje de 35 años en los que los servidores públicos habían dado la espalda a los vecinos. La alegría de todos ellos es algo que aún me emociona recordar. Hasta no hace un año, otra familia humilde, en Valle Vinagre, carecía de luz eléctrica porque el tendido se había parado a pocos metros de la casa. Cuando por fin encendieron la nevera y la televisión yo me alegré tanto como ellos. ¿Les resulta increíble que en pleno siglo XXI hubiera vecinos en La Laguna viviendo sin luz?

Muchos laguneros, más de 50.000, han conseguido beber agua sin tener restricciones por la presencia del flúor. Lo consiguieron porque sacamos de una gaveta un proyecto dormido para la perforación de un pozo en Las Mercedes. La gestión -sobre todo la que debe guiar a los socialistas- pública tiene que tener ese objetivo: mejorar la calidad de vida de los vecinos de tu municipio, con agua de más calidad y más barata. Por ejemplo.

Pero basta de hablar de logros, porque hay muchas cosas que no se han logrado aún; mucha gente que necesita una gestión que resuelva sus problemas y este artículo no pretende ser un balance de gestión. Este artículo quiere ser una declaración. Lo escribí un poco más arriba y lo repito. Yo soy socialista. Pueden expulsarme del Partido Socialista. Pueden incluso intentar hacerme un exorcismo para que los ideales socialistas salgan de mí. Pero ya les advierto que están condenados al fracaso. Soy y seguiré siendo socialista toda la vida.

*Cabeza de lista del PSOE de La Laguna y concejal

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