‘Pruebas’ del ‘fraude’ en 1936 del Frente Popular en Tenerife

Los historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García presentan un libro, tras cinco años de investigación, sobre las supuestas falsificaciones en el desvío de votos a favor de las izquierdas

Las elecciones de 1936 en España se falsearon supuestamente en mesas de Málaga y Santa Cruz de Tenerife, entre otras provincias, donde hubo de repetirse la votación, aunque sin la fiscalización y presencia de apoderados de centristas y representantes de las derechas. Fueron, según sostienen los autores del libro 1936: Fraude y Violencia, “una auténtica farsa”. El periódico El Mundo publicó ayer un amplio reportaje titulado El pucherazo del 36, en el que se detalla el resultado de la investigación realizada durante cinco años por los historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villar García.

La lista de supuestas irregularidades incluye actas con raspaduras y dígitos cambiados para añadir más votos que los reales a los candidatos del Frente Popular en Jaén, donde hubo urnas con más votos que votantes; recuento adulterado gravemente en La Coruña; fraude en Cáceres, Valencia -con escrutinios a puerta cerrada sin testigos- o Santa Cruz de Tenerife, donde “la victoria oficiosa del centro-derecha se convirtió en un corto triunfo del FP, que se anotó los cuatro escaños de las mayorías; desvíos de votos en Berlanga, Don Benito y Llerena para perjudicar a la CEDA… Al menos el 10% del total de los escaños repartidos (lo que supone más de 50) no fue fruto de una competencia electoral en libertad”, sostienen Manuel Álvarez y Roberto Villa. Su libro 1936: Fraude y Violencia, supone, según el historiador Stanley G. Payne, “el fin del último de los grandes mitos políticos del siglo XX”. “España se ha vuelto Coruña”, dejó escrito Niceto Alcalá-Zamora para referir cómo se generalizó lo ocurrido en La Coruña, que para el ex presidente de la República ejemplificaba “esas póstumas y vergonzosas rectificaciones” acontecidas con las actas electorales. Si a los 240 asientos del Frente Popular se le restan los que fueron fruto del fraude, las izquierdas solas no habrían llegado al Gobierno.

Ilustración realizada a partir de un cartel del PCE, obra de Josep Renau, de 1938. E.M.

Investigación

El Mundo señala que tras un meticuloso empeño detectivesco, consultar y desempolvar los archivos y actas, una a una, de cada provincia, además de otras fuentes primarias -memorias y prensa-, los historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García han reconstruido, casi minuto a minuto, el relato del recuento de las últimas elecciones generales anteriores a la Guerra Civil. Y publican, por primera vez, tras consultar todas las actas, los resultados oficiales de las elecciones del 16 de febrero de 1936, que pasaron a la historia como las de la gran victoria del Frente Popular y situaron a Manuel Azaña al frente del Gobierno de la II República. No sólo confirman que la derecha se impuso por 700.000 votos en el conjunto de España, sino que explican los casos más escandalosos de fraude. Vuelcos increíbles y recuentos de papeletas interrumpidas. Papeletas que aparecen a última hora, en bloque y a veces en sobres abiertos, para decantar el resultado en una mesa. Otras con tachaduras, borrones y raspaduras… En La Coruña, Orense, Cáceres, Málaga, Jaén, Santa Cruz de Tenerife, Granada o Cuenca ocurrieron cosas muy raras. Todas influidas por una circunstancia sabida: en mitad del recuento -que ocupaba varios días- dimitió el Gobierno de Portela -a quien los autores responsabilizan en gran parte del desaguisado-. El nuevo Gobierno, “sólo de Azaña”, como diría el presidente de la República, Alcalá Zamora, para subrayar que lo integraban figuras secundarias de la Izquierda Republicana y Unión Republicana, condicionó las horas decisivas del escrutinio”.

Respecto a la capital tinerfeña. en concreto, y según el reportaje de El Mundo, firmado por Javier Redondo, “en Santa Cruz de Tenerife el triunfo parecía asegurado para el representante de centro-derecha, que llevaba, según el Gobierno Civil y a falta de abrir los últimos colegios, una ventaja de 11.000 votos. El centrista Félix Benítez de Lugo, dándose por vencedor, pidió el voto por las candidaturas republicanas para frenar a socialistas y comunistas (el sistema electoral era de lista y mayoritario en circunscripciones plurinominales). El día 19 -prosigue El Mundo- se produjo un giro inesperado: candidatos del FP invitaron al gobernador a dejar su puesto. La razón era sencilla: no tenía sentido que siguiera en él si su Gobierno había dimitido. Ugetistas, cenetistas y miembros del FP exigieron a Azaña en varias ciudades la apertura de cárceles para liberar a los “presos sociales” y la entrega a las izquierdas de los ayuntamientos, esto último para impedir que la derecha alterase los resultados. El día 20 se declaró el estado de guerra en la ciudad. El candidato radical se retiró. Proclamada una huelga general, las elecciones no se celebraron. No obstante, en 8 de 9 colegios aparecieron las papeletas del FP: 3.700 votos fantasma que contribuyeron, junto con otras manipulaciones de las actas, a dar un vuelco al resultado de la provincia”.

Radicalismo socialista

Según los historiadores Álvarez Tardío y Villa García, “la estrategia del Frente Popular en la discusión de las actas en el Congreso y el hecho de que la izquierda republicana, con Azaña a la cabeza, no se plantara ante el radicalismo socialista, fue lo que dinamitó los puentes de diálogo con la oposición conservadora. Eso constituyó un duro golpe para la consolidación de la joven democracia republicana”.

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