Las cortinas del ciudadano Mario

El ciudadano Mario Cabrera, ahora diputado, es un tipo noble, buena gente. Mario es un tío con convicciones; acierta y se equivoca como el resto de los mortales, pero dice lo que piensa -y, mejor aún, piensa lo que dice-.

El ciudadano Mario Cabrera, ahora diputado, es un tipo noble, buena gente. Mario es un tío con convicciones; acierta y se equivoca como el resto de los mortales, pero dice lo que piensa -y, mejor aún, piensa lo que dice-. No es sencillo determinar si es coherente, testarudo o ambas cosas. Nos conocimos allá por 1999 y creo que sí, que lo suyo es coherencia, una aliada y también un problema, una virtud que en la jungla de lo político a veces debilita o provoca disgustos. Mario cree que los cuadros que presiden el Parlamento deben ser retirados o tapados porque, según él y otros diputados, resultan ofensivos. Escribí, y mantengo, que la propuesta (respetable, faltaría más) peca de infantil, en la medida en que siendo la historia la suma de episodios trágicos y felices, deshonrosos y honrosos, tapar los que molestan tiene la lógica de quienes pretenden reescribirla para convertirla en un cuento infantil que -dije- nos aleja de la realidad que nos ha traído hasta aquí. Cabrera no es de los que escurren el bulto; al revés, da la cara. Así ha sido con el artículo que, a raíz de la polémica, ha publicado en estas páginas. Afirma, y celebro, que la propuesta de retirar o tapar los cuadros no es urgente ni una prioridad. Dice, y tiene su lógica, que siendo una cuestión que está en el aire desde 1991 debe zanjarse. Escribe, y así es, que en Andalucía cubren con telas un retablo del salón de plenos. Arremete, y quién no, contra la idealización de un suceso trágico. Denuncia, y ahí la línea argumental se tambalea, que hay asuntos que no merecen ser tratados bajo esas pinturas; y quiebra ese argumento porque la historia no se cambia tapándola sino sabiendo, aprendiendo y corrigiendo. Otros se han escabullido. Mario no se esconde. Nunca lo hace. Amigo, cubrir con cortinas los episodios vergonzantes es tanto como invitar a que se silencien y olviden.

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