domingo cristiano

Fiestas en honor ¿al Cristo?

Dónde acaba la libertad de expresión y dónde comienza el derecho a no ser insultado en las propias convicciones o creencias

Dónde acaba la libertad de expresión y dónde comienza el derecho a no ser insultado en las propias convicciones o creencias. Pensando globalmente,en este momento no se dan las condiciones para afrontar un debate así con serenidad porque la crispación es extrema. Más bien porque los interlocutores más visibles de una y otra parte no buscan el entendimiento, sino que bucean en la peligrosa paranoia de creerse los revolucionarios fundadores de una nueva Humanidad, con nuevas reglas. De una y otra parte los hay.

Con todo, esto no significa que no haya que mirar el tema de frente cuando una situación concreta lo aconseje. Y yo creo que la programación de la obra de teatro de Abubukaka en el marco de las fiestas en honor al Cristo de La Laguna lo merece. Si a Cristo crucificado se le pone en calzoncillos quejándose sobre el retraso de la Seguridad Social en curarle sus heridas y a las patronas de las dos diócesis canarias se las convierte en dos greñudas peleando por el título de la más grande… pues yo creo que lo merece.

Me parece que el Obispado no se ha pronunciado al respecto: doctores tiene la Iglesia.Sí lo ha hecho la Esclavitud del Cristo: “La Esclavitud quiere dar testimonio de respeto y de pluralidad y, así como pedimos respeto para nuestros signos religiosos más queridos, respetamos también a los demás, aun cuando pudieran no tener esa misma actitud. […]Deseamos a todos unasfiestas en paz, con alegría y respeto, como un signo de convivencia, que hasta ahora ha sido ejemplar y que nosotros no vamos a romper ni estropear”. A falta de pronunciamientos mayores, ésta es la postura de la Iglesia, que nada tiene que ver con la cara de inquisidor medieval con la que algunos tratan de desfigurarla en este momento. Por esta vez, bien por los Esclavos.

Decía yo que en casos concretos merece la pena poner sobre la mesa algunos apuntes para la reflexión. Más que nada para evitar un mayor desconcierto. Por ejemplo: ¿qué sentido tiene programar con nocturnidad y sin publicidad un acto a sabiendas de que va directamente en contra del espíritu de una fiesta? No es un juicio sobre la calidad de esta obra de teatro, sino sobre su oportunidad en este marco. Y, por qué no decirlo, sobre la cobardía de no incluirla en el programa oficial. Pareciera que pesó más el clientelismo político que la gestión transparente y que la coherencia. Qué tendrán algunos sillones que hasta el símbolo más reconocido de una ciudad se vende con tal de conservarlos.

Y hay más. Si es cierto que hay que tener más cintura, que hay que ser menos tiquismiquis… seámoslo todos. O sea, que nada de arrebatos histéricos cuando un colectivo de creyentes se muestre poco partidario o quiera matizar las ideas de otros grupos sobre la familia, la educación de los hijos, las cuestiones de género, el valor de la vida humana. Es muy poco democrático pedir a otros que desarrollen una piel de cocodrilo mientras uno tiene la propia tan fina como el ala de una mariposa, siempre a punto para irritarse y acusar de cavernario a cualquiera que no comparta la propia y discutible opinión.

Pues eso. Que todo esto no tiene una fácil solución. No ahora. Pero yo creo que allí donde proceda, que en este caso son las altas instancias, debe haber un diálogo sereno sobre la cuestión, porque estos berrinches son innecesarios y no ayudan a nadie. Ni siquiera ayudan a no ser desalojadosdel sillón.
Y creo también que el pueblo tiene derecho a sentirse ofendido ya expresar su desconcierto. Con serenidad, sin darle cancha a los exaltados, aprovechando la ocasión para crecer en autenticidad. Si no, a lo mejor perdemos hasta el derecho a salir a la calle, no sea que a alguien se le irrite la piel de mariposa.

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