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Gentuallo

Hacía siglos que no oía la palabra gentuallo. Gabriel, uno de los capellanes de La Candelaria, me la recordó en un mensaje de WhatsApp

Hacía siglos que no oía la palabra gentuallo. Gabriel, uno de los capellanes de La Candelaria, me la recordó en un mensaje de WhatsApp. Dice la Academia Canaria de la Lengua que un gentuallo es una “persona o grupo de personas de baja condición social”.Me parece que, además de este significado preciso, en Canarias la usamos para identificar a alguien o a un grupo que se pasa la vida enredando, complicando la existencia a los demás, siempre buscando crear mal ambiente o enrollarlo todo sin necesidad ninguna.

Últimamente pareciera que grandes parcelas de la vida social, política y hasta religiosa están en manos del gentuallo. Me van a entender enseguida: políticos que viven inmersos en su propia paranoia y la alimentan con sucesivas chifladuras, favoreciendo así el odio entre las personas; agitadores que promueven que un niño pueda cambiarse de sexo o abortar con 16 años sin permiso de sus padres; defensores de los derechos de los animales que, sin embargo, niegan oportunidadalguna al no nacido con Síndrome de Down… Educadores de colegios de Iglesia que discriminan a niños y niñas porque sus padres no son independentistas, por ejemplo. Consagrados que critican al Papa y le hacen la puñeta al más alto nivel porque prefieren su propia interpretación de la ley impresa al ejercicio de la misericordia.

Pues eso, gentuallo. Que le dan ganas a uno de encerrarse en su mundo y dejar que los otros se devoren entre ellos si quieren. Y ésa es una tentación en la que no podemos caer los creyentes en Cristo. Y de la que a menudo participamos. Díganme si no qué sentido tiene un grupo de cristianos que viven para adentro, sólo para adentro, para sus oraciones, sus sacrificios, sus celebraciones, sus retiros y encuentros. Y qué teología aprendió ese consagrado o consagrada que trata a los laicos como criados o, peor aún, les incita a vivir como monjes.

Es una tentación esto de retirarse del mundo definitivamente porque la sociedad nos supera con sus problemas. Un peligrocomprable al de aceptar como candidato al sacerdocio o a la vida consagrada a quien pretende esconderse del mundo: no vale para cura quien entra en un seminario para sentirse protegido, a salvo de lo que ocurre en la calle.

La vida es maravillosa. Con todos sus peros, que son muchísimos, porque es la excusa que Dios se ha inventado para encontrarse con cada uno. Nuestra sociedad y esta época que nos ha tocado vivir sonapasionantes, porque en ellas confluyen los pensamientos más disparatados y egoístas junto a los grandes logros de la Humanidad. Cuando esto ocurre, estamos en terreno abonado para dar cancha a la sabiduría.

De eso habla hoy la palabra de Dios: de sabiduría, que en cristiano significa saber vivir. Éste es un buen momento para sembrar concordia, para abrir de par en par las puertas de la Iglesia a los derrotados de toda especie y enseñar a todos que somos capaces de una vida interior que nos protege del desconcierto que siembra el gentuallo, sin retirarnos por eso del compromiso con los hombres y el avance de la sociedad.

“Radiante y eterna es la sabiduría.Quien madruga por ella no se cansa, pues la encuentra sentada a la puerta”, leemos hoy en los templos. Ésta es la sabiduría de la que hemos de vivir los cristianos, y no participar del desconcierto que se cultiva cuando uno se convierte en gentuallo.

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