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Hidalgo: “Canarias debería fijarse en el modelo económico irlandés”

"Los daños de la prohibición de las drogas son mayores que los que genera su consumo”
Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo es analista del CATO Institute y ha estado esta semana en Tenerife para intervenir en la XXI Conferencia de las Zonas Francas de las Américas donde habló de un contexto geopolítico actual “nada favorable” y de las amenazas identificables en el horizonte: una administración Trump “errática” con un fuerte impulso “proteccionista que añade mucha incertidumbre en los mercados”; el brexit en el Reino Unido que va a “impactar negativamente” en Europa; y por último, China y la deriva que está llevando con el “aumento desmedido” de su deuda y el liderazgo de Xi Jinping. No obstante, aconsejó no obviar los “coletazos” de los populismos en Europa y las políticas del nuevo Gobierno de Merkel en Alemania, y Macron en Francia. De hecho, aseguró que el proyecto europeo “depende mucho” de la suerte que tenga Macron y su reforma laboral. Hidalgo, además, tiene una particular visión sobre el problema de las drogas y cree que su legalización traería más beneficios que su prohibición.

-Tenemos un contexto internacional con muchos desafíos ¿cómo puede afrontar esta situación una región como Canarias?

“Pues teniendo las grandes políticas económicas domésticas en orden. Canarias tiene una posición geográfica envidiable, pero al mismo tiempo tiene que tener un marco regulatorio fiscal y tributario que alimente la inversión, pero no solo la extranjera, sino la doméstica. Se enfatiza mucho sobre la importancia de que haya inversión extranjera y se ignora la inversión local, que es la que más empleo, desarrollo y bienestar genera”.

-Precisamente Canarias, sin ser un paraíso fiscal, sí que aporta muchas ventajas fiscales.

“Pues mire, si le soy sincero, a mí me gustaría que las reglas del juego fueran parejas para todos; y que todas las empresas gocen de las mismas reglas, porque si no se puede producir un fenómeno que se produce mucho en América Latina y es que a los inversionistas extranjeros se les pone la alfombra roja, pero los empresarios locales tienen que soportar elevadas tasas tributarias. Con esta medida se dan dos circunstancias: por un lado, que los Gobiernos recaudan de las empresas locales lo que dejan de ingresar por los beneficios fiscales a los inversionistas; y por otro, que muchos políticos se sienten reformistas simplemente porque ofrecen beneficios a las empresas extranjeras”.

-¿Debemos aspirar, entonces, a ser una especie de paraíso fiscal como, por ejemplo, Panamá?

“Más que en Panamá, yo me fijaría en Irlanda. Creo que ése es el ejemplo a seguir, y lo digo sin saber que tipo de legislación tiene España para permitirlo”.

-Pero Europa está amenazando su política tributaria.

“Si. Sé que su política económica incomoda a los socios europeos, pero fíjese que interesante: cuando salió el fallo que obligó a Google a pagar más de 13.000 millones de euros en impuestos atrasados, la clase política entera de Irlanda salió diciendo que iban a apelar ese fallo. ¡Imagínese usted si a los políticos españoles les dicen que una empresa como Google, le debe ese dinero! Pues se frotan las manos para decir ¿en qué lo vamos a gastar? En Irlanda, todos dijeron que no querían ese dinero porque saben que el sustento del desarrollo irlandés tiene mucho que ver con su política tributaria que ha hecho de la Isla toda una zona franca. Sinceramente, sin conocer, le insisto, cuánto de permisivas pueden ser las leyes españolas, creo que es un modelo de desarrollo que vale la pena estudiar y emular. Y al que la clase política canaria debería copiar. Mire, hace 30 años Irlanda era un desastre, el tercer país más pobre de Europa Occidental. Hoy es uno de los más ricos”.

-¿Cómo es posible que ganara Trump?

“Bueno, en las últimas elecciones se produjo lo que yo llamo una tormenta perfecta. Mire, Trump desafió las leyes de la gravedad e hizo todo lo que en el pasado le hubiera costado la Presidencia: ser vulgar, misógino, abiertamente racista y atacar a los soldados veteranos. En Estados Unidos hay un hartazgo generalizado hacia la clase política y una enorme desconfianza hacia las instituciones. Si uno analiza las encuestas, solo el 20% de los norteamericanos cree en la prensa, menos de la mitad confía en las Cortes, y el Congreso tiene un nivel de aprobación de tan solo el 10%. Este descontento es caldo de cultivo para cualquier populismo, venga de donde venga. Pero es que, además, no debemos despreciar el papel que jugó Hillary Clinton en la elección de Trump, porque, sin duda alguna, era la candidata más mala. Esto hizo que Trump ganara en tres Estados sólidamente demócratas desde hace 30 años como eran: Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Por eso digo que fue la tormenta perfecta: desencanto popular, una candidata demócrata pésima que no emocionó a a su electorado, y el triunfo de Trump en tres Estados industrializados, pero muy golpeados por la desindustrialización, por lo tanto muy receptivos al discurso proteccionista del candidato republicano”.

-No tiene mucho que ver con política económica, o sí, no sé depende de como se mire, pero usted tiene una visión muy particular de cómo acabar con el negocio de las drogas. Habla incluso de la legalización.

“Dice que no tiene que ver con la economía, pero tiene mucho que ver porque esto es oferta y demanda y, siempre que hay oferta y demanda hay economía. Mire, tenemos que partir de una realidad y es que la humanidad se ha drogado desde que existe, por tanto aspirar a un mundo libre de drogas es una quimera. Entonces, una vez que aceptamos esto, primero nos preguntamos ¿qué tipo de marco político legal creamos para adaptar esta realidad? En segundo lugar, hay que tener en cuenta que hablar a favor de legalizar las drogas no implica consentir o aprobar el abuso de las drogas. Solo digo que los daños de la prohibición son más grandes que los daños que genera el abuso de las mismas. Y, en tercer lugar, hay que hacer una distinción muy clara entre consumo de drogas y abuso de drogas. Así como tomarse una cerveza o una copa de vino no lo hace a uno un alcohólico, fumarse un porro o un puro de marihuana no lo hace a uno drogadicto. Por eso hay que hacer una distinción también entre los problemas que genera la prohibición de las drogas y los que provoca el abuso de las mismas. Cuando uno habla de legalizar las drogas mucha gente se imagina a los decapitados en México, los tiroteos en las calles, la gente con las inyecciones… pero éstas son las consecuencias de la prohibición, no del abuso”.

-Entonces ¿cómo se enfoca el problema del abuso de las drogas?

“No hay soluciones mágicas. Es un problema de salud pública: genera pérdida de productividad, desintegración familiar…pero nada de esto va a cambiar con la prohibición porque hay oferta y demanda. Hasta tanto hay una demanda tan fuerte proveniente de EE.UU. que no ha variado, solo ha aumentado el consumo de heroína y opio, habrá oferta y, entonces la pregunta es ¿cómo queremos que esta oferta se maneje? ¿Por canales legales con empresarios? o ¿por criminales? Con el agravante, además, de que la prohibición genera unos márgenes de beneficios para los narcos enormes. Mire, la cantidad de hojas de coca necesarias para producir un kilo de cocaína, en Colombia, cuesta entre 600 y 800 dólares. Ésas hojas de coca hechas ya en un kilo de cocaína pura, en Colombia, cuesta aproximadamente 1.500 dólares. Ese kilo distribuido al menor en Estados Unidos se puede vender hasta por 120.000 dólares. Con estos márgenes de beneficios, es una guerra perdida, porque cuanto más se le haga la vida imposible al narco, más aumentan sus niveles de ganancia”.

-Narcos, la serie que narra la vida de Pablo Escobar, cuenta precisamente que tenía tanto dinero que no sabía donde lo tenía ni donde lo escondía.

“Mire, usted que está viendo la serie verá que Pablo Escobar fue abatido y la gente pensó que se había acabado con el narcotráfico y nada de eso. Tras él, vino el cartel de Cali, el Chapo y seguirán viniendo más, porque siempre que existan esos beneficios y esa demanda, estarán los narcos”.

-Al final de lo que usted habla es casi lo mismo que se hizo en los años 30 con la legalización del alcohol.

“Más o menos. En 1919, EE.UU. aprueba una enmienda que prohibía la distribución, pero no el consumo del alcohol. Esto generó la aparición de un negocio criminal, con mayores enfermedades porque el alcohol era de peor calidad, y homicidios… En 1933 se dieron cuenta de que el invento fue un fracaso. A Estados Unidos les llevó 14 años darse cuento, pero nosotros en Latinoamérica llevamos 40 años luchando contra las drogas con una política que es un fracaso a todas luces. De los 10 países con las mayores tasas de homicio, 8 se encuentran entre Colombia y Estados Unidos. ¿Por qué? Pues porque es la ruta de la cocaína hacia los EE.UU. La prohibición de las drogas no acaba con el consumo sino que engorda el negocio de los narcotraficantes”.

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