al golpito

La niña quiere quedarse en la boca del diablo

Vivir en estos momentos en Venezuela es como vivir en el mismo infierno. El éxodo de miles de persona abandonado el país caribeño es una realidad y no un sueño

Vivir en estos momentos en Venezuela es como vivir en el mismo infierno. El éxodo de miles de persona abandonado el país caribeño es una realidad y no un sueño. Venezuela, la “tierra prometida” para muchos emigrante entre ellos, canarios, ya no es la misma. Desde que entró el chavismo con Hugo Chávez al frente, esa hermosa tierra se fue quedando huérfana de sus materias primas y riquezas naturales. Desvalijada y ultrajada por el chavismo, la miseria, pobreza, aumento de vandalismo y muertes violentas, han motivado que ya no se pueda vivir en un país que en otra época fue el modelo y orgullo de la América Latina.

Por otro lado, y por si ya fuera poco el poder dictatorial y corrupto del Gobierno que lidera Nicolás Maduro, la oposición como tal no representa rivalidad para derrocar al Gobierno chavista, pues de lo único que se han preocupado es de centrar todas sus ideas y fuerzas en un solo objetivo: derrocar al Nicolás Maduro. Y así se han olvidado de crear alternativas de infraestructuras de futuro para la población civil. Una oposición, que presenta muchas dudas en su capacidad de acción democrática a la hora de llevar a cabo objetivos más sólidos y creíbles. Mientras tantos, las cárceles de Venezuela están al límite, llenas de presos políticos, asesinos y delincuentes. La masificación es tan grande que algunos prefieren morir en el intento de evadirse,

Por si fuera poco, al margen de que el bolívar no vale absolutamente nada, la falta de medicinas y comida convierten a los ciudadanos caribeños en fieras indomables; hambrientas y dispuestas a matar por un paquete de harina. Cada año el número de muertes violentas aumenta considerablemente. Este 2017 que apunto esta de finalizar, indica que superará con creces el del años 2016; previéndose unos 30.000 muertos. La pobreza es extrema y la corrupción es aún mucho más en todos los niveles del estado chavista. Miles de familias están intentando abandonar el país, pero el dinero brilla por su ausencia. La prioridad de las familias venezolanas y canarias es sacar fuera del país a sus hijos, pero no lo tienen nada fácil, ya que el Gobierno dictatorial de Nicolás Maduro se lo pone difícil.

Observando todo esto, y después de estar dos años y cuatros meses en prisión, concretamente en el edificio del Helicoide, ubicada en Roca Tarpeya entre las parroquias San Pedro y San Agustín (Caracas), en la prolongación de las avenidas Fuerzas Armadas, Presidente Medina Angarita (Victoria) y Nueva Granada; la joven tinerfeña Andrea González, liberada en Nochebuena por el gobierno de Nicolás Maduro, tiene la intención de quedarse en Venezuela. Sinceramente, y después de vivir en carnes propias el sufrimiento que ha pasado en El Helicoide, y, la situación tan terrible por la que en estos momentos atraviesa el país caribeño, quiera quedarse. Sin duda es loable que la tinerfeña Andrea González quiera colaborar con una ONG en la nación caribeña, pero insisto, tal como está el país supone un riesgo muy alto entrar nuevamente en la boca del infierno.

Bien, cada uno es responsable de sus actos y de sus derechos, pero luego que no se queje de lo que le pueda suceder nuevamente. Es decir, provocar al “diablo azufrado” de Nicolás Maduro es un riesgo de alto nivel. Es como jugar a la ruleta rusa. Si ella lo quiere así, pues allá ella, pero que no tiente a su suerte.

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