despuÉs del paréntesis

El mundo que viene

Campan titulares que lo certifican: “Estados Unidos perderá la hegemonía mundial en unos 20 años, más o menos”

Campan titulares que lo certifican: “Estados Unidos perderá la hegemonía mundial en unos 20 años, más o menos”. Eso lo reveló, allá por el año 2008, el Consejo Nacional de Inteligencia norteamericano. Un organismo fiable del país del eje del bien, no un adivino del eje del mal o un economista menesteroso cercano a Podemos. Ello nos lleva a meditar sobre las patrañas de los dirigentes radiantes que no se privaron de derrumbar instancias molestas en los últimos años de la historia de los mortales. Las informaciones precisas no dejan lugar a dudas, verdad definitiva. Los de las izquierdas dirán entonces que ahí nos vamos a encontrar. Si la URSS levantara la cabeza, con lo que trabajó. Lo dicho es meritorio.

La trama espectacular nos lleva a ahondar en ella. Y eso nos sitúa ante el cómo fabrica la historia a los bustos de los gigantes, es decir, si los ardites del proto-hombre Trump caminan en pos del rescate. Porque, a pesar de las cifras y los rigurosos estudios, los intervencionistas, los liberales, los neoconservadores, incluso esos a los que Dios les sopla a los oídos las decisiones supremas, han de resistirse. Así uno intuye la soledad del Despacho Oval. Y no nos retumban en los oídos las medidas arancelarias del gran prócer, esas que, salvada la ruina del privilegio medular, se estudiarán en las escuelas y en las universidades. Pero, si las cosas ruedan como ruedan y Trump no da con la tecla, quién lo iba a suponer. Del liderazgo único de su gran nación de naciones a perder el privilegio por China (¡tardos maoistas!), con India (otrora refugio de hambrunas) o Europa (y eso que llevan tiempo trabajando para que lo que está unido cuente con algunas fisuras). Trump será representado en la numismática y los cuadros del futuro con carita de inquieto, aunque no de santo. Y lo que es peor, obligarán a borrar de los diccionarios y colecciones el refrán que dice no hay mal que cien años dure, porque no es cuestión de hurgar en las heridas. Además, confirmarán que lo previsto es asunto de economías mixtas, no de Marx, Lenin o Mao. Un libro sencillo, con frases cortas y razonables sobre lo difícil que fue tomar decisiones tan complejas. ¿Qué contendrá la moderna Biblia que el gran profeta redactará en su retiro? Nos falta esa escritura para mirar de frente los andamiajes de la perversión, o para demostrarnos, como ratificó Borges, que el gran laberinto de la concordia de los hombres, los libros de Alejandría, ni se sostuvo ni se sostiene.

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