la carta de pedro j.

La limpiadora sorda

“Yo no soy cleptómana”, me dice Cristina Cifuentes desde el fondo del pozo de su angustia. La presidenta caída quiere salir al paso de la etiqueta que se ha colocado sobre su cadáver político, como si fuera una mariposa perforada por un alfiler y clavada sobre un corcho. “Nunca he sido cleptómana ni padezco ningún trastorno de este tipo y desde luego jamás he estado en tratamiento por algo así”.

Lea el artículo completo en EL ESPAÑOL.

TE PUEDE INTERESAR