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Satiriasis valenciana

¿Qué pasa en Valencia? El otro día, y yo lo conté aquí, fue detenido el chófer de una guagua, denunciado por una pasajera por masturbarse mientras conducía el vehículo, ya con los ojos en blanco

¿Qué pasa en Valencia? El otro día, y yo lo conté aquí, fue detenido el chófer de una guagua, denunciado por una pasajera por masturbarse mientras conducía el vehículo, ya con los ojos en blanco. La guardia entró en el vehículo y lo hizo preso, acusado de onanismo itinerante, o de lo que fuera menester según los códices. Pero es que ahora, en la misma ciudad, ha sido detenido por los gendarmes de la Policía Nacional un tipo de 30 años que se había instalado una cámara en la punta de uno de sus zapatos y que perseguía, haciendo movimientos extraños, a las damas que transitaban por un centro comercial, para filmarles los bajos. Los vigilantes del centro observaron que el tipo se situaba junto a mujeres que vestían faldas, con esto de los calores, y metía el pie debajo de estas prendas, dando saltitos para acomodarse. En una mochila llevaba el receptor de imágenes, grabando como un loco. Avisada la Policía, los agentes descubrieron que el sátiro había instalado efectivamente una minicámara en su zapato y que seguía a las señoras para intentar filmar sus partes más íntimas. Fue acusado de dos cosas muy raras, porque en España hay leyes raras: concretamente, de “descubrimiento y revelación de secretos”.

De acuerdo, con Benedetti, de que una mujer desnuda es un enigma, pero los cargos parecen flojos. El hombre sufría seguramente un ataque de satiriasis, que tenía que haber dado con él en un hospital, en vez de en una comisaría, de la que saldrá a la misma velocidad que entró. En Santa Cruz, en los cincuenta, nadie detuvo al empleado de una zapatería que ideó un sofisticado sistema de espejos para ver, desde la trastienda, los bajos de las señoras que se probaban los zapatos. Se descubrió porque el zoquete invitó a los amigos al festín; pero su oprobio duró años.

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