Javier Marrero es uno de los colaboradores del proyecto Cuarto Espacio, coordinado por el el profesor Manuel Maynar, en el que ahonda sobre las consecuencias que conlleva para la sociedad la longevidad del ser humano, en comparación con décadas anteriores. Profesor Titular de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de la Laguna (ULL), una de las aportaciones que este docente eleva a la iniciativa está relacionada con las implicaciones socioeducativas de este nuevo concepto. Marrero es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Valencia, pero ha ocupado diversos puestos en la ULL desde 1977. De hecho, en el año 2011 se presentó como candidato a rector de la institución lagunera.
-¿Cómo inició su colaboración con el proyecto Cuarto Espacio? ¿Qué le impulsó a sumarse a esta iniciativa promovida por Manuel Maynar?
“Un día recibí la llamada de la Vicerrectora de Internacionalización de la ULL, Carmen Rubio Armendáriz, en la que me invitaba a una reunión. Quería ponerme en contacto con un amigo y conocido suyo. La persona en cuestión resultó ser Manuel Maynar Moliner, catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (Ulpgc). En ese encuentro me manifestó su interés por un tema que él denominaba El Cuarto Espacio, del que no había oído hablar. Necesitaba a alguien para explorar los aspectos educativos de este concepto. Me pareció una idea novedosa, diferente. Me atraía especialmente la posibilidad de extender el discurso de la educación más allá de las fronteras de la infancia y la juventud. Por otra parte, me parecía un reto interesante analizar las posibilidades de la educación en un contexto de ciudadanía adulta. A partir de entonces, nuestra relación y amistad no ha hecho sino crecer”.
-¿Cómo se puede explicar al ciudadano qué es el Cuarto Espacio?
“Yo diría que es el último ciclo de la vida de un ser humano. Ese espacio que está definido por la prolongación de la vida, la dedicación a la vida sostenible, el cuidado del cuerpo y la mente, el cultivo de las relaciones, dentro y fuera de la familia, y la contemplación del mundo con una mirada diferente. También, el cuarto espacio es un escenario singular para repensar el mundo de la vida desde la experiencia, el conocimiento reelaborado y el pensamiento reflexivo, con la perspectiva que da el paso del tiempo, y la experiencia de si”.
– Desde su ámbito profesional ¿cuáles son sus principales aportaciones a esta iniciativa multidisciplinar?
“Contemplar la existencia desde el Cuarto Espacio, supone al menos tres aspectos. En primer lugar, implica analizar la relación entre la vida laboral y la vida personal, en un continuo que va de la infancia hasta la senectud. Se trata, por tanto, de una perspectiva evolutiva de la experiencia vital. En segundo lugar, el Cuarto Espacio, es una atalaya que permite revisar, adecuar, adaptar y ponderar pensamientos, acciones, emociones y sentimientos que han ido formando parte de la experiencia humana. Una especie de sustanciación de la experiencia. En tercer lugar, el Cuarto Espacio, es una forma diferente de contemplar el futuro en un escenario de longevidad sostenible y de resignificación de la vida, más allá del mundo del trabajo. En definitiva, es una oportunidad para entendernos mejor como seres humanos”.
-¿Es la sociedad consciente de que vamos a llegar a una edad mayor que generaciones anteriores, superando, incluso, los 100 años?
“Creo que vamos, poco a poco, tomando conciencia de ello. Pero aún nos queda mucho que avanzar en este sentido. No es fácil imaginar una vida en longevidad cuando se está al inicio del ciclo vital. Y a medida que se acerca el final, resulta igualmente difícil pensarla más allá de las limitaciones de las incertidumbres cotidianas, en un mundo siempre cambiante y complejo como el nuestro. Sin embargo, cada vez se hace más visible y evidente que vamos hacia una prolongación de la vida (mejores condiciones alimenticias, mejor cuidado de la salud, ambientes más saludables, relaciones más equilibradas…etc). Digamos que vamos cambiando nuestra conciencia de que vamos a vivir etapas de la vida que antes -en las generaciones precedentes- no se habían vivido como ahora. Y eso, es algo para lo que tenemos que prepararnos”.
-¿Estamos preparados física y psicológicamente para ello?
“El proceso de afrontar la prolongación de la vida en condiciones dignas, es una preocupación social, cultural y política. En este sentido, hemos de ir creando las condiciones necesarias para ello. En primer lugar, hemos de atender a las condiciones de tipo físico, adecuando los entornos físicos para acoger una vida cotidiana compatible con nuestra capacidad para desplazarnos y convivir en ellos. En segundo lugar, nuestras condiciones psíquicas, nuestras capacidades para ver, oír, tocar, degustar, sentir el mundo, también necesitan ser reelaboradas. En tercer lugar, necesitamos recuperar lo mejor de nuestra condición humana y ponerlo al servicio de una población que crece con nosotros. Crear una cultura de convivencia donde sea posible contemplar las aspiraciones y necesidades del conjunto de la población. Y eso es crear otra cultura diferente”.
-¿Qué cambios se deben implantar en el sistema para hacer frente a ello?
“Los cambios se han de traducir desde la política hasta la cultura, pasando por la vida cotidiana. Por ejemplo, las pensiones. Habrá que disponer de un sistema sostenible que permita una longevidad sostenible, digna y justa para toda la población. Otro ejemplo es la sanidad. Tenemos que garantizar la atención de las necesidades de la salud propias de una población más longeva. Ello supone hacia políticas sanitarias preventivas para el conjunto de la población. Otro ejemplo es el de la educación”.
-¿El ámbito educativo juega un papel fundamental?
“La educación a lo largo de la vida constituye un principio esencial de la sociedad contemporánea. Desde hace mucho tiempo, la pedagogía viene reivindicando una educación para la vida, y eso significa una educación para toda la vida, desde la infancia hasta la senectud. En esa medida, la educación es un motor de cambio, actualización, revitalización, ajuste y transformación permanente de nuestras expectativas, conocimientos, necesidades y emociones a lo largo de la vida. Por eso, la educación es un elemento imprescindible para entender el Cuarto Espacio”.
-¿Aboga por un nuevo modelo formativo?
“La formación de la ciudadanía para una vida sostenible y prolongada es otro de los aspectos que debemos contemplar, si queremos prepararnos para una sociedad diferente. Debe cambiar la formación desde la infancia y la juventud. Es necesario orientar el currículum de los más jóvenes con el fin de capacitarse para actuar y convivir en una sociedad más prolongada, con gente mayor, con necesidades y relaciones diferentes”.
-Usted que es profesor de la Facultad de Educación, ¿considera que los jóvenes se apresuran a la hora de tomar una decisión con respecto a su futuro y la carrera que eligen?
“La decisión acerca de lo que una persona quiere ser -o no ser- en la vida siempre es precipitada. Nunca llega con el sosiego ajustado. Sin embargo, es posible mejorar nuestra capacidad para tomar decisiones mediante la orientación, información y asesoramiento educativo, personal y profesional adecuado, al o largo del proceso de la formación de los más jóvenes. La carrera no es sino una herramienta más al servicio de cada persona. Otra cosa es el mundo del empleo”.
-En este sentido, ¿qué recomienda a sus alumnos?
“Recomiendo que estudien aquello que les entusiasma, que les atrapa o que les interesa. Ya tendrán tiempo, más adelante, para decidir qué empleo quieren -o necesitan- para subsistir”.
-¿Es este Cuarto Espacio una oportunidad que se nos brinda?
“Prolongar la vida siempre es un riesgo y una posibilidad. De nosotros depende que sea una cosa o la otra. En cualquier caso, es una ocasión para avanzar en la humanidad que queremos”.
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