El equipo de fútbol infantil que quedó atrapado hace ya diez días en una profunda gruta en Tailandia y que fue localizado con vida este lunes podría aún permanecer en ella incluso meses antes de conseguir ser rescatados. Así lo han declarado fuentes oficiales después de confirmar que los niños y su monitor se encontraban en el interior de la cueva sanos y salvos, a unos 4 kilómetros de la entrada.
“Vamos a enviar comida para al menos cuatro meses y les enseñaremos a los 13 cómo bucear, mientras continuamos drenando el agua”, ha declarado el capitán Anand Surawan, de las Fuerzas Armadas tailandesas, según medios locales. La dificultad para rescatar a los niños y al adulto se encuentra en que, tras una tormenta, el agua anegó la entrada de la cueva, situada en el parque natural Tham Luang-Khun Nam Nang Non. Ahora, para lograr salir, tendrán que hacerlo buceando varios tramos de la gruta, con oscuros y estrechos pasadizos, algo nada fácil para personas inexpertas y más tratándose de niños.
Los equipos de rescate, que se encuentran trazando un plan para sacar al grupo de la cueva, han entregado alimentos, agua y material sanitario a los miembros del equipo, según ha informado la cadena de noticias BBC.
El equipo de fútbol infantil desapareció el pasado día 22 de junio e inmediatamente se iniciaron las labores de rescate en la cueva tras encontrar por fuera de la entrada las bicicletas de varios de los niños y huellas de manos en el barro hacia el interior de la cavidad. En las operaciones que se iniciaron entonces han participado unas 1.300 personas y aún continúa desarrollándose con el fin de sacar al exterior sanos y salvos a los menores y a su monitor, de 25 años.
El grupo fue encontrado tras varios días de intensa búsqueda en la cueva, que tiene más de diez kilómetros de largo y que está parcialmente inundada, con ayuda del Ejército tailandés y expertos de Estados Unidos, Japón, China y Australia, entre otros.
El rescate agónico de este grupo de niños recuerda al de los 33 mineros chilenos que permanecieron atrapados bajo tierra durante 70 días tras el derrumbe de parte de la Mina de San José. Aunque se les localizó y se podían establecer comunicaciones con ellos, no fue posible sacarlos del lugar en el que se encontraban refugiados, a 720 metros de profundidad, hasta que se instaló un sofisticado sistema para abrir un pozo que permitiera ir sacando sin riesgo a los mineros. El rescate costó finalmente más de 29 millones de dólares.
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