cartas desde parÍs

El futuro se llama Mbappé

Carmelo Rivero tenía razón: -Olvídate, muchacho: el mejor es Mbappé

Carmelo Rivero tenía razón:

-Olvídate, muchacho: el mejor es Mbappé.

Carmelo tiene un amigo en París, el dueño de la brasserie Lipp, adonde le gustaba ir a almorzar a Miterrand. Y este amigo suyo, que habla español con acento canario, y que visitó a Carmelo cuando él era el rey de la noche en Tenerife, me hizo llegar unas entradas para ver a Mbappé jugando con Francia frente a Argentina.

Mi nombre propio preferido en el fútbol es Messi, mi comida favorita es la argentina, el folklore que amo es el que viene del sur de América. Y de Francia me gustan La Marsellesa y su modo de freír las papas, aparte, claro está, de la Enciclopedia y la poesía de Rimbaud.

Así que no me convencía demasiado esa excursión al centro de París para ver, en una pantalla gigante, cómo jugaba Mbappé; más bien, me interesaba ver en ese enorme televisor la calidad de Messi. Y tenía razón Carmelo, una vez más. Mbappé es un genio del fútbol, su juego respira pasión, calidad y convencimiento, es capaz de generar juego con una de pipas, y a los diecinueve años es capaz de dejar sentado a Messi con un quiebro de ceja.

Me quedé a ver el otro partido, ya puesto en gastos. Y ahí vi a Cavani, otro que enseña fútbol en Francia, poner en lo alto de la historia al Uruguay, su equipo, su país. En este caso, fue Cristiano Ronaldo, el portugués que en el Madrid presume de ganarlo todo, el que recibió lecciones prácticas de grandeza balompédica tanto de Cavani como de Luis Suárez. Portugal se mantuvo en pie, pero Cristiano no fue clave en esa esperanza, sino el equipo entero, más por pundonor que por la creación de peligro.

Me fui de allí pensando que el fútbol tiene un nuevo paradigma, que ya no se hablará ni de Cristiano ni de Messi, sino de Mbappé y del sistema defensivo francés, imaginativo y eficaz, como las primeras defensas de Napoleón. Bueno, me dije, se seguirá hablando de Iniesta. Esta tarde, mientras escribo, me cuentan que España ha fracasado hasta las lágrimas en el Mundial de Moscú. De Iniesta no me dijo nada Carmelo; yo sé que él es del de Albacete, hasta se le parece. Pues, nada, ni Iniesta. Nos queda Mbappé. A ver qué hace ahora Neymar, si no lo descabalga también este increíble adolescente que ha destronado de un plumazo, en el Mundial, a todos los ases habidos y por haber.

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