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Francomanía

Sánchez ha desatado en España la francomanía, que es como la de los pokemon, las barbis, el yo-yo, el diábolo y el hulahop

Sánchez ha desatado en España la francomanía, que es como la de los pokemon, las barbis, el yo-yo, el diábolo y el hulahop. Tras el enfermizo empeño de resucitar al caudillo por la vía de la exhumación, los alcaldes sociatas y demás se han confabulado para retirar al difunto los títulos y las medallas que le otorgaron en vida sus antepasados, más por temor que por sentimiento. Pero, claro, también hay municipios que no ven razón para el agravio y abren los brazos al muerto, como Águeda del Caudillo, en Salamanca, y Güímar, en Tenerife. El alcalde de Águeda quiere que Franco repose para siempre en la plaza del pueblo y nuestra Luisi Castro asegura que ya tiene transporte y solar para que el monumento a Franco de Juan de Ávalos, una espectacular escultura, viaje a su pueblo desde Santa Cruz y sea instalada en él como símbolo de que la historia es la historia y nadie la puede cambiar. Pues me parece bien. Pero el municipio norteño de San Juan de la Rambla le ha retirado, o le va a retirar, al general difunto el título de hijo adoptivo del pueblo. Creo que, cuando se enteraron, los nietos del caudillo perdieron el sueño, sufrieron un shock síquico imponente y se echaron a la calle llorando y rasgándose los ropajes. Menuda gilipollada, a estas alturas, la democrática decisión del Ayuntamiento de San Juan de la Rambla, que pasará a la historia de la estupidez, como pasaron los concejales de la Laguna, in illo tempore, que acordaron mandar un telegrama a Breznev felicitándolo por un aniversario de la revolución bolchevique. Creo que las lágrimas de Breznev caían como chochos cuando recibió el mensaje. Desgraciadamente, por aquí habita mucho idiota. Bueno, por aquí y por allá, por todos lados.

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