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La lista regional

En algún momento del debate sobre la reforma del sistema electoral autonómico canario se planteó sustituir la circunscripción comunitaria o lista regional, que tantos propugnábamos y argumentábamos desde hace tanto tiempo, por un colegio de restos

En algún momento del debate sobre la reforma del sistema electoral autonómico canario se planteó sustituir la circunscripción comunitaria o lista regional, que tantos propugnábamos y argumentábamos desde hace tanto tiempo, por un colegio de restos. El problema es que los efectos perversos de la ausencia de una lista regional no se corrigen con elegir nueve diputados más en un colegio de restos, que solo aumentarían muy ligeramente la proporcionalidad del sistema. Para nosotros, se trataba simplemente de ganar en ese colegio lo que algunos partidos pueden perder por la rebaja de las barreras electorales. Por fortuna, al final se ha impuesto la sensatez y se ha aceptado la lista regional o circunscripción comunitaria con todas sus consecuencias.

A la hora de implementar esta lista regional, se está planteando si la papeleta con esta lista podría ir anexa a una lista insular de la misma candidatura, y hay que apresurarse a advertir que es inconstitucional obligar al elector a votar a la misma candidatura en ambas listas, porque así se vulnera muy gravemente su derecho constitucional a la participación en los asuntos públicos por medio de representantes libremente elegidos, consagrado en el artículo 23 de la Constitución. No es de recibo que nuestros partidos y nuestros políticos propugnen semejante triquiñuela para asegurarse unos votos. La única forma constitucional y legal de votar la lisia regional es con papeletas distintas en urnas distintas. Y entonces nuestros partidos y nuestros políticos aducen que si coinciden otras elecciones simultáneamente los electores pueden confundirse o liarse con tantas urnas. Vamos, que nuestros partidos y nuestros políticos no parecen tener en mucha estima la inteligencia de los mismos ciudadanos a los que piden su voto, sin contar con que, además, los presidentes y los vocales de las mesas electorales están para informar y orientar a los electores.

La ausencia de una lista regional en el sistema electoral canario ha tenido hasta ahora muy perniciosos efectos perversos. En primer lugar, ha incrementado la enorme desproporcionalidad del sistema, originada por la sobrerrepresentación de las islas no capitalinas, cuya población, el 14% de los canarios, elige a la mitad del Parlamento. Ha significado también que las campañas electorales han sido exclusivamente insulares, por lo que las candidaturas han podido practicar el séptuple lenguaje, y decir -y prometer- cosas muy distintas en cada isla: una lista insular solo busca -y necesita- los votos de su isla. El tercer efecto pernicioso de la ausencia de una circunscripción comunitaria canaria ha consistido en que nuestros presidentes del Gobierno no han sido votados por todos los canarios, sino exclusivamente por los electores de la isla en la que se han presentado, por lo que se ha promovido así la percepción social que considera a los presidentes canarios representantes de una isla determinada, en detrimento de las demás.

Bien está lo que bien acaba, y, si finalmente se implementa correctamente esta lista regional, los canarios tendremos motivos para, al fin, felicitarnos por nuestro sistema electoral.

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