el charco hondo

El centrifugado

El país que venga después de esto (rechazados los presupuestos del Gobierno, encallamos en los minutos de descuento) está en manos de quienes, si las elecciones generales se convocaran mañana, no sabrían qué votar porque no tienen a quién votar. En bares, tardes de copas o almuerzos de fin de semana se escucha con reiteración (y cierta pesadez, incluso) voces que arrastran a la conclusión de que el centro (político) ha quedado tan despejado como las ciudades en las primeras horas de un domingo. A 14 de febrero de 2019, el centro es una isla desierta. No hay líder que lo ocupe o represente con suficiente nitidez. Vacío. No hay partido que lo ocupe con claridad. Silencio. Nada. No hay nadie que lo simbolice a ojos de un ejército de votantes, gente que no se reconoce ya en alguna de las opciones (espacio que, abandonado por otros, aquí, en las Islas, Coalición querrá ocupar). El centro se ha quedado vacío como los estadios cuando acaba un partido. Quienes no siguen de cerca la política (que son los que realmente deciden) asocian a los socialistas con Iglesias y/o los independentistas, y a Ciudadanos lo ven, de las andaluzas a esta parte, como miembros de la tripulación de la derecha-derecha. Rivera perdió este último domingo una oportunidad irrepetible. Fue el momento de quedarse en casa para, con una demostración de carácter y personalidad, reivindicarse como el líder de un centro político que pueda poner algo de cordura a tanto dislate. Con Casado ya inevitablemente condenado a bailar siguiendo el ritmo de las canciones que le pincha Vox, bien pudo Rivera rentabilizar esa concentración para mostrarse, a ojos de millones de indecisos, como la opción sosegada que muchos están esperando. Quienes fueron a Colón, y aquellos que lo aplaudieron desde casa, están dudando si votar al PP o a Vox, en ningún caso a Ciudadanos. Su público es otro. No son esos. Quienes pueden hacer crecer a Ciudadanos ni van a Colón ni quieren votar a Sánchez porque, por decirlo coloquialmente, el presidente les cae como una patada. Y es ahí donde Ciudadanos tiene (tenía) su oportunidad, en esa legión de indecisos que lo resume más o menos así: hay que votar para parar a la derecha-derecha, pero con Sánchez no puedo, no se merece que lo premiemos porque ha sido él quien ha provocado todo esto. Rivera pudo ser una opción para quienes así lo piensan, sienten y verbalizan, pero su presencia en Colón ha provocado que el centro se haya quedado vacío. Se equivocó. Era su día. Fue su ocasión perfecta. Bastaba con no ir, pero fue.

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