despuÉs del paréntesis

Visado

Se llama Jorge Antonio Guerrero y es uno de los actores que comparten elenco en la película Roma, de Alfonso Cuarón. Cuenta el filme con diez nominaciones para los Óscar de este año y confirma una acogida considerable en EE.UU. Por eso Guerrero, dada las sucesivas invitaciones, ha pretendido entrar allí unas tres veces. A las tres se le ha negado el visado. ¿Por qué? Lo que parece una simple diligencia formal se convierte en otra cosa. ¿Por qué? Jorge Antonio Guerrero es un intérprete enfrascado en la formación como principio. De ahí que haya estudiado sociología, se haya convertido en un versado en la técnica del kung fu o adore la poesía.

Con esos valores se muestra y es muy efectivo en su actividad, de virtuoso en series de la televisión, en el cine o en el teatro. Por más, eso da sentido a sus intervenciones, a sus proyectos y a sus propuestas en México. Es un profesional; se lo ha ganado. Igual que su libertad y su albedrío. ¿Qué ocurre?, ¿los funcionarios de ese país toman como fundamento para sus negativas su papel en el filme, ser el novio de la protagonista, Cleo, a quien deja embarazada y se niega al reconocimiento, incluso con violencia ante la mujer y el futuro hijo que, por cierto, nace muerto? No es presumible; es otra cosa. Jorge Antonio Guerrero no es evangélico ni su idioma materno es el inglés, los dos fundamentos capitales de la ultraderecha de Estados Unidos que ahora gobierna.

Además, su aspecto físico (más bien aindiado) no guarda relación con los prototipos blancos que, en el orden racial, confirman los principios de esos patriotas. En sus presupuestos un sujeto así, si pasa a EE.UU., no es para dar cuenta de su actividad; pasa para colarse sutilmente, para asentarse en el paraíso que Trump y sus secuaces protegen, pasa (a la postre) como ilegal. De modo que han de prohibirle el acceso y dejarlo en su lugar de procedencia sin más.

Un presidente de allí dijo una vez que la cosa no era convencer a los suyos, el asunto era confirmar en los otros lo que son. Un individuo abyecto llamado Trump no sigue esa regla de la razón. Jorge Antonio Guerrero acaso no acuda a la ceremonia de los Óscar. No porque no tenga derecho; unas mentes obtusas y despreciables se lo impiden. ¿Qué proclamar, que depende de quien se sea perdemos la condición, que se arruina la condición porque una perversa administración de ese modo lo difunde?

Los habitantes de esta tierra no merecemos un insulto tal.

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