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Qué divertido

El 30% de los encuestados, o por ahí, jura solemnemente que no sabe por quiénes va a votar. Es decir, que ningún sondeo de los publicados hasta ahora vale para nada. Dicen los sociólogos que sólo marcan tendencias, que es lo que dicen siempre cuando desconocen lo que va a pasar. Hasta el sabio Ciso Michavila duda. Duda tanto que no ha tenido tiempo de prologar el nuevo libro del candidato al Senado, Antonio Alarcó. Pedro Sánchez, que dice que va a ganar, al sombrajo de Iván Redondo, va prometiendo diezmos a los indigentes, a costa de los ricos, como Robin Hood; pero a Sánchez, que es un incapaz por sí solo, ya nadie lo cree. Y menos cuando su paje, el bailarín catalán Iceta, va diciendo por ahí que si el 65% de los catalanes quiere la independencia, él aceptaría. Luego vendrán Cuenca, Albacete y Badajoz. Y Lepe. Y hasta los gomeros del Aseregé. España no tiene remedio y, si no me creen a mí, lean la espléndida Historia de España que ha escrito Arturo Pérez-Reverte, en un libro ácido, crítico y tan real como la historia misma nos ha retratado. A mí la lectura me da por épocas -ahora no hago sino dormir-, pero por lo que escribe Arturo soy capaz de llegarme a las librerías y devorarlo. Cuando todo eso ocurre, un imbécil mexicano llamado Andrés Manuel López Obrador, presidente porque los del PRI y esos buitres maman más, se ha empeñado en que España pida perdón por el exterminio. Ya le han contestado Vargas Llosa, el mismo Pérez-Reverte y Borrell, así que me ahorro la mía. López Obrador es un populista miserable que no tiene zorra idea de casi nada y que va a abocar a México al caos. Es como Pablo Iglesias, pero sin coleta. Este va de zorro plateado. Qué divertido todo.

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