El cierre del anillo insular sigue frenado por la burocracia, a pesar de que el proyecto se remonta a diez años atrás. Aunque fuera del todo imposible que el pasado viernes se adjudicara la obra, la cita de la Mesa de Contratación para conocer el contenido de las ofertas de las seis UTE (Unión Temporal de Empresas) presentadas ha complicado aún más el futuro de esta obra, siempre publicitada como fundamental para el desarrollo de Tenerife, tanto desde el Gobierno de Canarias como del Cabildo Insular.
Así, la oferta más baja fuera de 213.419.998,19 euros (presentada por OHL, Sato, Excavaciones Bahillo y Asfaltos Bahillo), que rebasa el límite de las consideradas como temerarias, por cuanto la licitación se lleva a cabo por 335 millones y el proyecto está estipulado en 365 millones de euros.
Ello motiva que se dé un plazo de días a la referida UTE para que demuestre que tal oferta es factible, pero aún cuando lo consiga habrá que requerir a la misma una garantía que avale dicha oferta, y solo entonces es cuando llega la adjudicación en sí, lo que también conlleva un plazo, y después incluso queda la formalización y el replanteo. Pero hay más.
Como quiera que el proyecto solo prevé, diez años después, un carril por sentido en un tramo, el de Erjos, algo superior a los 5 kilómetros, la posibilidad de ampliarlo a dos por sentido sin recurrir a una nueva licitación se antoja harto complicada, dado que legalmente solo es posible si cuesta, como mucho, el 20% de la oferta finalmente ganadora. En resumen, un anillo insular con dos carriles por sentido tardará años en ser una realidad.
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