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Canarias, con tres frentes en el exterior

Tres frentes polarizan el desasosiego de las Islas ante los desafíos del exterior. La deriva del contencioso del brexit, que ha encallado y permanece en un callejón sin salida, valga el oxímoron, preocupa en Canarias a estas horas en que cualquier desenlace es posible. La crisis del Reino Unido, el caos que el referéndum de junio de 2016 ha terminado por generar en una economía clave provoca el inevitable contagio en el seno de la UE, que no ha vivido un trance similar a este. A Canarias nos pone en un brete. Estamos a expensas de decisiones de cuya orientación desconocemos todo. Es tal el guirigay político inglés que de este laberinto caben solo soluciones traumáticas, salvo que se imponga in extremis la cordura y se repita la consulta, que ahora ganarían los europeístas, dado el descrédito de los euroescépticos tras las falacias con que excitaron las pasiones históricamente renuentes a la integración comunitaria.

Es nuestra maldición nelsoniana de amor y odio con una cultura que adoramos, pero que o bien nos embiste o bien nos abandona. En estos días de abril el reloj corre contra la desidia británica, y en efecto la agricultura de exportación, el turismo prevalente y la presencia de paisanos en un país en el limbo están en juego.

Venezuela es otro de los escenarios internacionales que nos indigesta en la actualidad. La confrontación y el precipicio en que ha caído su economía, arrastrando al hambre y la enfermedad a la población, tras lustros de chavismo en la picota, desencandena una alerta que se extiende por Europa y América, y que en particular hace mella en nuestra tierra, uncida al destino de Venezuela por lazos de sobra conocidos. La crisis política y humanitaria venezolana, a la que venimos prestando puntual atención en el DIARIO, nos tiene en estado de shock. Hay miles de paisanos sufriendo el infierno de la desolación de un país providencial para los canarios, que fue tierra de promisión de generaciones de emigrantes isleños. Canarias está conectada sentimental y humanamente a Venezuela y permanecemos en vilo, a la espera de una solución, que ponga fin a la agonía, a este punto muerto.

Y está el Sahel. Del que nada se dice en nuestra conversación cotidiana, pero quienes tienen fuentes de información respecto al conflicto político y social de esa región vecina de África hablan de una auténtica bomba demográfica. Nuestro futuro depende de factores externos como los descritos. Es un hecho consustanial a la condición de isleños; esa dependencia del exterior nos ha aportado momentos de bienestar y desazón, ambos resultantes se explican en relación con lo que sucede en territorios, más próximos o más lejanos, con los que guardamos alguna equidistancia. Somos un pueblo que ha desarrollado un ecosistema de influencias exteriores, obligado a vivir pendiente de acontecimientos internacionales que nos afectan de modo directo.

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