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El voto 1-1-1

Circula por los móviles y las redes sociales una recomendación anónima sobre cómo debe votar al Senado en cada provincia la derecha y el centro derecha para impedir que la dispersión de su voto entre tres opciones, que compiten entre sí, termine por propiciar el triunfo socialista en cada una de esas provincias. La papeleta al Senado de cada provincia contiene los nombres de todos los candidatos de todos los partidos, y el elector debe marcar los nombres de hasta tres candidatos, del mismo o de distinto partido, aunque puede marcar menos. Si marca más de tres el voto es nulo, y si no marca ninguno el voto se considera en blanco. En cada provincia son elegidos cuatro senadores y, lógicamente, cada partido presenta tres candidatos, con la intención de que sus afines marquen a los tres. Así vendrán previamente marcadas las papeletas de propaganda que encontraremos en nuestros buzones cuando se inicie oficialmente la campaña electoral. Pues bien, esta recomendación advierte que si los electores de estas tendencias derechistas votan a los tres candidatos del partido de su preferencia en esa provincia, al final saldrán elegidos los tres socialistas y uno solo de derechas o centro derecha, mientras que si votan según la recomendación, resultarán elegidos los tres de esas tendencias y tan solo un socialista. Y ya sabemos que la composición del Senado será clave para la aplicación o no en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. Es preciso apresurarse a advertir que todo lo anterior será verdad solo si se cumplen una serie de condiciones: por ejemplo, si los electores de derechas y centro derecha marcan siempre al mismo candidato de cada una de las tres opciones; si los electores de izquierdas no dividen su voto entre el PSOE y otras opciones, o se abstienen, como hicieron los susanistas en Andalucía; y, por supuesto, si el electorado de derechas y centro derecha es mayoritario en esa provincia. Pero la advertencia más importante se refiere precisamente a los electores que votaremos en los dos archipiélagos españoles; porque la recomendación alude a las provincias peninsulares: en Canarias y Baleares el Senado no se elige por provincias, sino por islas: tres senadores en Gran Canaria, Mallorca y Tenerife, y uno en las restantes islas. De modo que en las islas mayores solo se puede marcar a dos candidatos como máximo (la recomendación sería 1-1), y en las demás a uno solo, sin opciones a ninguna otra combinación.

Cuestión distinta es el problema de la dispersión del voto de derechas y centro derecha en las elecciones para el Congreso, que, a diferencia del Senado, son por listas -con lo que la recomendación no es aplicable-, y en Canarias y Baleares también por provincias. En las circunscripciones de pequeño tamaño, en las que se eligen seis o menos diputados, la dispersión puede convertir en inútil ese voto y dar escaños a la izquierda. En contra de lo que repiten políticos y periodistas, Victor d’Hondt y su fórmula de conversión de votos en escaños (que se empeñan en llamar absurdamente “ley”) tiene poco que ver con el problema. Se trata simplemente de que, al repartirse pocos escaños, no hay suficiente número de ellos para que entre en juego la proporcionalidad, y la circunscripción se convierte en mayoritaria. Todo lo cual añade una mayor incertidumbre a las elecciones del 28 de abril, que, hoy por hoy, están absolutamente abiertas pese a las engañosas encuestas.

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