diario de una campaña muy larga

Una apuesta que Rivera corre el riesgo de perder

Provoqué a Albert Rivera -obligación de periodista- durante un tumultuoso desayuno organizado por Europa Press. “Le apuesto algo”, le escribí, “a que, si cuadran los datos tras las elecciones, Ciudadanos pactará un Gobierno de coalición con el PSOE”. Aceptó el reto. “Me apuesto lo que quiera”, respondió, añadiendo que lo que habrá será una coalición de Ciudadanos con el PP, y rechazó de plano cualquier pacto con el PSOE. Al salir, no menos de una decena de asistentes, alguno militante del partido naranja, me dieron la razón: “Ganarás esa apuesta”, me dijeron.

Creo que la ganaré. Porque, si los resultados de las elecciones son los que vaticina la inmensa mayoría de las encuestas, Rivera no podrá permitirse el lujo de facilitar que Pedro Sánchez, en su afán por permanecer aferrado a las columnas, al colchón y al Falcon de la Moncloa, se tenga que echar en brazos de ese Podemos que, tratando de recuperar los votos perdidos, tira contra la banca, contra el Rey y contra los medios de comunicación; ni de los nacionalistas vascos, que tanto piden a cambio de sus favores; ni, menos aún, de los indepes catalanes, que ya hemos visto lo que dan de sí. Sospecho que el propio Pedro Sánchez preferiría cualquier solución antes de repetir lo del Gobierno Frankenstein, que a él no le ha salido tan mal, aunque sospecho que al conjunto de los españoles sí.

Y menos aún podría Rivera dejar que los ciudadanos le culpen de una hipotética repetición de las elecciones si no logra, que es lo que hoy predicen los sondeos, formar una mayoría de gobierno con el Partido Popular… y, claro, con Vox.

Hace algo más de dos años, ya gané una apuesta, hecha ante las cámaras de televisión, a uno de los máximos dirigentes de Ciudadanos, que se empeñaba en asegurar que su partido se mantendría fiel a la palabra dada en el sentido de que nunca pactaría con Rajoy. “Me apuesto una cena a que pactaréis antes del fin de semana”, le dije aquel lunes. Gané, y caballerosamente, pagó la apuesta, a la que se unió el entonces presentador del programa. No quiero, con esto de las apuestas, que usted piense que frivolizo. El tema de quién y cómo nos gobernará a los españoles es mucho más serio que las bromas sobre el (por otra parte desafortunado) eslogan electoral del PSOE. O que el jueguecito de patio de colegio acerca de qué ministerio le daría Casado a Rivera, o Rivera a Casado, en caso de que el uno pudiese ganar la investidura apoyado por el otro. Ahora estamos, de verdad, jugando con las cosas de comer (o de cenar). Y sí, pienso que esta apuesta la gano, porque sería malo para todos que la perdiese. Por cierto, ahora que lo pienso, no sé qué diablos nos hemos apostado…

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