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A fichar

Ahora hay que fichar; es decir, se añade un escalón más a la insoportable burocracia. La funcionaria que deja la rebeca en la silla para ir al Corte Inglés, pues a fichar cada vez que hace la compra. Los periodistas que han de salir de estampida para cubrir un incendio, a fichar y que se queme todo. Los camioneros que salen de Madrid y tres días después están en Bulgaria con su carga y el remolque, a fichar en las ventas y pensiones de carretera, y que les pongan sellos en unas libretitas, como las del Camino de Santiago. Cree el Gobierno que fichando se arregla el problema de España. Un papel más, un trámite más, en un afán -dicen- de que los empresarios coticen por las horas extras que hacen sus empleados y que no se les pagan. Es mentira. Están buenos los empleados -y hablo en general- para perdonar el pago de una hora. Se presentan en el sindicato en un plis/plas y me parece bien. Los 1.900 inspectores de Trabajo que hay en toda España, a fichar también. Todo el mundo a fichar y el que no tenga máquina para hacerlo, pues en un papelito que rellena el empresario y donde pone lo que le da la gana. La medida es absurda, no sirve para nada, no van a trincar a nadie, seguramente porque no hay nada que trincar. ¿Y la gente que trabaja en sus casas, cada vez más, en plena era de Internet? ¿Y las empresas sin sede física porque sus empleados, que cobran puntualmente, hacen su trabajo en sus hogares? ¿Y las empleadas de hogar que pernoctan en las casas de sus señoritos? ¿Dónde fichan, en el comedor, en la cocina o en el baño? La burocracia ha convertido en notarios a los carteros (un certificado es la leche para juzgados y bancos) y ahora nos atrapa con la máquina de fichar.

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