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Brigitte Gypen: “Nos hace falta ayuda para apoyar con nuevos proyectos a las pacientes con cáncer de mama”

En 2004, con 40 años, le diagnosticaron un cáncer de mama. Cuando el médico se lo comunicó fue incapaz de reaccionar. Llegó a casa en estado de shock y esa misma noche hizo su testamento.
BRIGITTE GYPEN
BRIGITTE GYPEN
Brigitte Gypen, presidenta de la Fundación Canaria Carrera por la Vida. / SERGIO MÉNDEZ

En 2004, con 40 años, le diagnosticaron un cáncer de mama. Cuando el médico se lo comunicó fue incapaz de reaccionar. Llegó a casa en estado de shock y esa misma noche hizo su testamento. Su marido la convenció para conocer la opinión de otro facultativo: “Tenemos un grave problema, pero vamos a buscarle solución”, fue la respuesta que encontró del segundo galeno. Brigitte Gypen vio un rayo de esperanza nada más escuchar la palabra solución. Y tomó la decisión correcta: armarse de valor y prepararse para la guerra. Un año después, la enfermedad ondeaba la bandera blanca y ella daba un paso al frente al decidir que a partir de ese momento se volcaría en la lucha contra un mal que afecta a más de 26.000 mujeres cada año en España, según los datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).

Hoy, esta belga afincada en el norte de Tenerife es una de las activistas más visibles y desde hace dos años preside la Fundación Canaria Carrera por la Vida. Su experiencia en primera persona y su conocimiento sobre la realidad de las pacientes con las que trata cada semana, le lleva a recetar una medicina imprescindible desde el momento en que se tiene conocimiento del padecimiento de esta patología: “No tener miedo, saber convivir con esa sombra sin que te domine en ningún caso”.

-Cuando se entera de la enfermedad, ¿se puede reaccionar de otra forma que no sea venirse abajo?

“Ese momento es terrible. En mi caso no fui capaz de pensar, te bloqueas. Te conviertes en un trapo las primeras 24 horas. Después de hacer mi testamento esa noche decidimos conocer una segunda opinión, que me ayudó mucho. El médico me dijo mirándome a los ojos que tenía un problema grave, un tumor maligno hormonal, pero que íbamos a buscarle solución. Me advirtió que el camino iba a ser duro”.

-Ahí empezó una larga batalla contra la enfermedad, una lucha sin cuartel…

“Sí, fue durísimo. Estuve un año fuera de combate, aunque haber sido deportista me ayudó a sobrellevar la enfermedad. Cuando empecé a ver la luz al final del túnel y comenzó a salirme el pelo, me pregunté cómo era posible que yo no supiera nada de lo que me había pasado. ¿Dónde estaba esa información? Fui a la AECC y me dijeron que no contaban con muchos medios. En ese momento me dije: algo hay que hacer para evitar que otras personas se sientan tan huérfanas de información como yo me sentí”.

-Y se le ocurre crear una caminata, algo inédito hasta entonces en la Isla, para generar conciencia y advertir sobre la importancia de prevenir la enfermedad.

“Sí, decidimos hacerla en Santa Cruz el 19 de octubre de 2005, Día Internacional del Cáncer de Mama, para trasladar un mensaje preventivo y positivo. No se me olvidará nunca aquella mañana, sola, a las 7.30 frente el Auditorio y lloviznando. Me pregunté quién me había mandado a organizar aquello. 15 minutos después empezó a llegar gente hasta juntarnos unas 400 personas para hacer el recorrido hasta el Club Náutico”.

-Esa fue la semilla de lo que es hoy uno de los actos contra el cáncer más multitudinarios de Canarias. Más de 5.200 personas participaron en la última edición de Carrera por la Vida en Playa de las Américas.

“Nunca me planteé que después de aquella primera edición vinieran más, pero la gente nos lo empezó a pedir. Hicimos dos caminatas en Santa Cruz, después fuimos a La Laguna y allí comprobamos que mucha gente venía en guagua desde el Sur, por lo que decidimos dar el salto a Adeje y a Arona, con el apoyo de los alcaldes. El Sur nos ha dado la posibilidad de unir ciudadanos de diferentes nacionalidades. Es una sensación maravillosa comprobar la implicación de rusos, italianos, alemanes, ingleses, canarios… que entienden por lo que salimos a la calle y nos hacen ese gesto con el puño cerrado en alto de ¡adelante! ¡Estamos con ustedes! No hace falta hablar. Es emocionante. Como también lo es la implicación de pacientes y voluntarios, que son el verdadero motor de nuestra labor”.

-Sin duda, debe disparar la moral recoger tantos ánimos y llenarse de energía positiva en una prueba que es una fiesta y que, incluso, tiene proyección internacional, ¿no?

“Te puedo decir que el año pasado la Embajada de España en Bruselas se puso en contacto con nosotros porque había gente que preguntaba qué día se celebraba la Carrera por la Vida para adaptar sus vacaciones a esa fecha. Hay consulados como el británico, el holandés y el belga que siempre nos llaman con antelación para informar a sus ciudadanos”.

-Además de la Carrera por la Vida, ¿qué otras actividades desarrolla la Fundación?

“Cuando cumplimos 10 ediciones nos planteamos dar un paso más. Después de escuchar a tantos pacientes y familiares, uno de los notarios nos propuso crear una fundación. Pensé que eran palabras mayores, pero la idea se amoldaba a lo que yo siempre he pensado: que todo lo que hacemos tiene que ser para todo el mundo y no solo para los miembros de una asociación. Nos ayudaron muchas personas y después de dos años lo conseguimos”.

-Nos consta que, además de los proyectos en marcha, quieren impulsar nuevas iniciativas. Pero para eso hace falta dinero…

“Sí. Necesitamos recursos económicos para comenzar otros proyectos solidarios. Son necesarias más aportaciones. Recibimos algunos donativos de empresas pero no es suficiente”.

-¿Qué nuevas vías de colaboración plantearía a las empresas?

“Sería muy bonito que todas las empresas tuvieran un programa social, que se integraran en el mundo de las asociaciones y fundaciones y que realizaran sus propias actividades internas. Nosotros, por ejemplo, nos ofrecemos para ir a dar charlas sobre la autoexploración del cáncer de mama, porque la información es vital”.

-¿Las instituciones públicas responden?

“Deberían implicarse más en la celebración de forums y encuentros para difundir la información a los ciudadanos de todas las islas, sobre todo en las periféricas, que están bastante olvidadas”.

-Uno de los proyectos que cuenta con más demanda es el Bra Project, sujetadores especiales para mujeres masectomizadas que la Fundación Carrera por la Vida reparte gratuitamente…

“La donación de sujetadores ha sido nuestro punto de partida desde que nos dimos cuenta de que muchas mujeres no podían pagarlos, porque cuestan entre 70 y 110 euros. Se trata de una prenda muy importante para la recuperación física y también de la autoestima. Ford nos cedió un coche para los repartos, pero necesitamos fondos para seguir con esta actividad”.

-Otra de las iniciativas en marcha es la Sala Rosa, que abrió sus puertas en octubre de 2015 en el barrio de Las Nieves, en Adeje, y que se ha convertido, cada miércoles entre las 4 y 8 de la tarde, en un gran soporte de apoyo para las personas que luchan contra el cáncer de mama. ¿Cómo surgió la idea?

“Nació como punto de encuentro donde vernos, reunirnos, tomar un café, llorar, reír y organizar charlas. Cuando le planteamos la idea al alcalde de Adeje, se comprometió sobre la marcha a cedernos un lugar y dos meses después ya disponíamos de él. Allí, sobre todo escuchamos a la gente”.

-Pero la Sala Rosa es mucho más que un punto de encuentro entre pacientes…

“Es un espacio para las terapias. Además de organizar algunas charlas con especialistas, hacemos manualidades y montamos tertulias sobre el tratamiento de la enfermedad, las revisiones, estados de ánimo, etc.”

-¿Cómo es el primer contacto de una persona afectada por la enfermedad en la Sala Rosa?

“La primera vez suele ser una visita muy corta, porque te pueden superar las emociones y se necesita tiempo. De entrada, intentamos arropar a esa persona para que se sienta a gusto. No somos médicos, sino pacientes y expacientes, voluntarios, personas normales y corrientes. Cuando viene una mujer sola y la ves dubitativa en la puerta, muchas veces salimos a darle un abrazo. No hace falta decir mucho más”.

-¿Y qué encuentra esa persona en la Sala Rosa?

“No sentirse diferente, porque allí somos todas iguales”.

-¿Ha habido algún caso que le haya emocionado especialmente?

“Cada vez que una paciente viene a darte un abrazo y te expresa su alegría por la labor que realizamos, ya sea en la Sala Rosa o en la Carrera por la Vida. Eso te emociona y te lo llevas a casa. Gestos así nos motivan mucho para seguir adelante”.

-Un abrazo lo dice todo en esas situaciones…

“Muchísimo. En la caminata que hacemos cada año hay miles de abrazos de personas que ni se conocen y te aseguro que pone la piel de gallina. Tenemos un baile y en medio de la canción pedimos un abrazo entre todos los participantes. Ver esa multitud fundida en un abrazo gigantesco es espectacular. Se escapan lágrimas de alegría y de emoción”.

-Después de superar su enfermedad y estar en contacto con personas que la padecen, ¿cuál diría que es la mejor medicina no médica contra el cáncer?

“No tener miedo. Esa es una meta que se la debe marcar cada paciente. Conocemos personas que han superado la enfermedad hace 20 años y todavía tienen miedo. Hay que saber convivir con esa sombra, que te acompañará el resto de tu vida, para que no te domine. En ningún caso debe manejar tu vida. La respiración también es beneficiosa porque ayuda a relajarse, y no solo a pacientes, también a familiares”.

-En la última edición de la Carrera por la Vida se recaudaron 35.000 euros en donativos. ¿En qué se emplearán?

“Además de colaborar con el proyecto Kilómetro Solidario de la AECC, la Asociación de Mujeres con Cáncer de Mama de Tenerife y Pequeño Valiente, queremos contribuir al avance de la biopsia líquida, que entendemos que es el futuro ya que a través de una simple analítica de sangre en cuestión de horas se determina si tienes cáncer o no y qué tipo de tumor. Por otra parte, hemos entregado más de 120 sujetadores en Tenerife y una veintena en La Palma. Nuestro objetivo es expandirnos a otras islas, empezando por La Gomera. Y, por último, tenemos un proyecto nuevo centrado en el linfedema, un problema que surge después de una masectomía y que provoca una hinchazón en el brazo. Para eso existen una mangas a medida, pero cada una cuesta 290 euros. Ahí queremos ayudar también”.

-La mayoría de alcaldes del Sur son muy críticos con el retraso en la implantación del servicio de tratamiento oncológico en el hospital público, que obliga a los pacientes a trasladarse a La Candelaria, en Santa Cruz. ¿Comparte ese malestar?

“Por supuesto. Es terrible. Muchos van en el microbús de Kilómetro Solidario, que todos debemos apoyar, porque no tienen medios. A los que sabemos lo que es la quimioterapia nos parece impensable que todavía no exista ese servicio en el Sur, porque el paciente después del tratamiento solo desea estar en su casa cuanto antes y pasar esas primeras 24 o 48 horas donde no eres persona. Hay que sufrirlo. No es justo”.

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